Las matriculaciones en las escuelas de oficios están aumentando. Muchas escuelas de oficios han experimentado un aumento del 19,3% en los últimos años. Es una buena noticia, dada la escasez de mano de obra en sectores como la construcción y la mecánica de automóviles.
A finales de los 80 y principios de los 90, cuando estaba en la secundaria, era impensable no ir a la universidad. En mi barrio obrero, la educación universitaria se consideraba una forma de salir de la pobreza. Los trabajos en la construcción, la soldadura y similares se consideraban menos deseables. Son trabajos físicos duros y no necesariamente conllevan la promesa de ascender en la escala económica.
Sin embargo, las cosas están cambiando. La tendencia a obtener un título universitario de cuatro años está disminuyendo, ya que los estudiantes y los padres han empezado a ver el título con menos entusiasmo. El valor de un título ha disminuido inevitablemente a medida que los obstáculos para la admisión se han relajado para dar cabida a un ideal más igualitario. La educación ha dejado de ser un objetivo elitista. El prestigio que solía acompañar a un título ha disminuido. Como se señalaba perspicazmente en la película Los Increíbles, «¡Todo el mundo puede ser súper! Y cuando todo el mundo sea súper... nadie lo será». Con cerca de dos millones de titulados universitarios sólo en 2023, la competencia en el mercado laboral es feroz. Un título simplemente ya no distingue a una persona como especialmente cualificada. Ya nadie es «super».
El coste también se ha vuelto prohibitivo. Una vez terminada la carrera, la deuda media supera los 38.000 dólares. El salario medio después de la universidad oscila entre 30.000 y 50.000 dólares, dependiendo del estado. El coste medio de la vida en los Estados Unidos es de más de 60.000 dólares al año. No es de extrañar que los estudiantes pidan a gritos un alivio de la deuda. Las cifras simplemente no cuadran.
Mientras tanto, los ingresos medios de un trabajador principiante de la construcción son de casi 40.000 dólares al año. La carpintería sigue un modelo de aprendizaje. Aunque se tarda unos cuatro años en completarlo, a los aprendices se les paga por su trabajo y la mayoría termina sin deudas. El salario inicial en carpintería oscila entre 30.000 y 40.000 dólares al año. Si eres físicamente capaz y te satisface trabajar con las manos, renunciar a una educación universitaria de cuatro años puede ser una mejor opción.
La comunidad de la educación en casa está pisándole los talones a esta tendencia. Cada vez son más los adolescentes educados en casa que se dedican a un oficio. La soldadura es cada vez más popular, pero la carpintería, la construcción, la electricidad y otros oficios se consideran medios muy deseables para mantenerse a sí mismos y a su familia. Mientras que muchas escuelas públicas siguen empujando a los estudiantes hacia un título universitario como el único medio de éxito en la vida, los educadores en casa se sienten liberados para pensar fuera de la caja y perseguir lo que les interesa y mejor se adapte a sus dones. Para algunos, eso significa aprender un oficio.
No parece haber el estigma asociado a estas profesiones que recuerdo cuando era niño. A los profesionales se les respeta y se les considera competentes y relevantes para satisfacer las necesidades y los retos de la vida real. Esto coincide con la forma en que la mayoría de los educadores en casa ven su educación: claramente conectada con la vida real. Nunca han estado encerrados en una clase, y la transición a un trabajo comercial les resulta natural.
Encontrar la carrera adecuada, ya sea la que requiere un título universitario o la que sigue la tendencia de dedicarse a un oficio, puede ser una decisión difícil. No pasa nada si tus hijos adolescentes necesitan un poco de ayuda para evaluar qué es lo que más les conviene. Existen tests y evaluaciones que le ayudarán en esta tarea. Uno de ellos es el Holland Career Code Test, que sugiere que las personas tienden a elegir carreras que se ajustan a ciertos rasgos de su personalidad.
A medida que nuestra atmósfera económica cambia con las necesidades y demandas de nuestra cultura, confío en que los educadores en casa estarán en primera línea, desafiando el statu quo y dando un paso al frente para satisfacer esas demandas.
