Con frecuencia recibo comentarios sobre la fortaleza de la economía de los Estados Unidos y la injusticia de percibir las cosas como menos que estelares. ¿Es realmente la «economía más fuerte de la historia»? Es evidente que está lejos de ser la «economía más fuerte de la historia».
La tasa de desempleo de Estados Unidos ha subido al 4,1%, la más alta en tres años, que también es significativamente más alta que el nivel observado en 2019. En junio, un aumento de 70.000 empleos públicos impulsó el empleo en nómina en 206.000 puestos. Un tercio de la creación de empleo corresponde a empleos en el sector gubernamental pagados con más deuda. Tanto la ratio empleo-población como la ratio de participación de la población activa están por debajo del nivel anterior a la pandemia, y los inmigrantes representan todo el crecimiento de la población activa desde la pandemia, según la Oficina de Estadísticas Laborales y Ned Davis Research.
La inflación sigue siendo persistente y los ciudadanos han perdido más del 24% de su poder adquisitivo desde 2019, con un crecimiento salarial real negativo del 0,6% en el periodo enero 2021-junio 2024. El crecimiento salarial real en 2024 aumenta solo un 0,8% interanual.
Esto demuestra por qué el índice de miseria de los Estados Unidos sube al 7,4% en junio desde el 6,8% de enero. El Índice de Miseria, que mide el desempleo y la inflación, tocó fondo en el 6,8% en 2023 y ha ido empeorando desde entonces. Además, el índice está muy lejos del nivel prepandémico del 5,4%.
Todas estas medidas nos permiten entender por qué los americanos se muestran negativos ante la economía. A pesar de los mensajes de redistribución, políticas sociales e igualdad, el ciudadano medio es más pobre, y sólo los ricos han podido mejorar su posición y sortear los altos tipos y la inflación gracias a las inversiones en bolsa. Aunque esto no debería sorprender, es importante recordarlo. No hay nada social en aumentar la deuda, el gasto deficitario y los impuestos.
El problema para la mayoría de los americanos es que cada vez resulta más difícil llegar a fin de mes a pesar del gasto gubernamental récord, o por su impacto negativo en la inflación y los impuestos.
Hay una razón por la que debería preocuparnos el aumento del descontento y el empobrecimiento. El efecto placebo del gasto gubernamental sobre el PIB está disminuyendo. El producto interior bruto (PIB) real aumentó un 1,3% en el primer trimestre, lo que supone una revisión a la baja de 0,2 puntos porcentuales respecto a la estimación anterior y una desaceleración del mercado. La media del PIB real y la RBD real, una medida suplementaria de la actividad económica americana que pondera por igual el PIB y la RBD, aumentó un 1,4 por ciento en el primer trimestre, según la Oficina de Análisis Económico.
Si miramos hacia el futuro, los americanos van a tener que elegir entre dos opciones: un mayor empobrecimiento con políticas keynesianas o dar un giro drástico a favor del crecimiento en el que la política se dirija a mejorar la renta disponible, aumentar la inversión y reforzar la productividad y el crecimiento económico real.
Sabemos que será imposible recortar el déficit actual con subidas de impuestos. No hay ninguna medida de ingresos que genere dos billones de dólares al año, y es imposible aumentar más los impuestos sin castigar la inversión. El problema en los Estados Unidos es el gasto obligatorio, ya que la CBO prevé que los desembolsos alcancen el 24,9% del PIB en 2036, mientras que los ingresos alcanzarán un récord pero insuficiente 18%. Si la Reserva Federal sigue monetizando la deuda, los americanos sufrirán el impacto de la inflación, así como el encarecimiento de la vivienda. El poder adquisitivo del dólar de EEUU seguirá disminuyendo. Sin embargo, es más fácil crear dos billones de dólares de los EEUU de IED productiva que gravar con dos billones de dólares adicionales al año la base fiscal existente.
Sí, la única solución para los Estados Unidos son políticas favorables al crecimiento y a las empresas que defiendan el poder adquisitivo del dólar de los EEUU. Las llamadas políticas sociales sólo han empobrecido a todos y perjudicado a la clase media.
