La Bóveda Global de Semillas de Svalbard es un proyecto fascinante. Construida por el gobierno noruego en la isla de Spitsbergen con un coste de aproximadamente nueve millones de dólares y abierta en 2008, su misión es conservar las semillas de las cosechas de alimentos del mundo en caso de que otros bancos de semillas pierdan ejemplares debido a una mala gestión o a crisis regionales o globales a gran escala. Con una entrada futurista minimalista y un interior muy poco ostentoso, tiene todas las características de un lugar propio una novela distópica.1
Para cumplir esta misión, la bóveda se diseñó como “a prueba de fallos”: capaz de conservar las semillas, aunque se interrumpiera el mantenimiento humano. Por ello se ha construido en una región estable tectónicamente, muy por encima del nivel del mar y profundamente dentro de una montaña revestida por el permafrost, de manera que las semillas permanecerían secas y congeladas, aunque los casquetes polares se derritieran y el sistema de refrigeración dejara de funcionar. A finales de junio, sin embargo, se han planteado dudas acerca de lo a prueba de fallos que es realmente la bóveda, cuando la nieve derretida y las fuertes lluvias hicieron que se inundara el túnel de acceso, congelándose en la bajada.2 Aunque el agua no amenazó a las propias semillas, futuros supervivientes del apocalipsis, después de ir a Spitsbergen, podrían encontrar el acceso a la bóveda bloqueado por un túnel lleno de hielo.
¿Qué fue mal? Dado que se construyó incluso para soportar el deshielo de los casquetes polares, podemos destacar que la inundación reciente sea un portento de un cambio climático que desafiara incluso las expectativas más descabelladas de los planificadores expertos. De hecho, la posibilidad de que entre el agua en los túneles de acceso a las minas de carbón de Spitsbergen parece estar previsto por las compañías mineras, que construyen la mayoría de los túneles que llevan a las minas como una rampa hacia arriba, haciendo que el agua fluya fuera de los túneles en lugar de dentro de las minas. Sin embargo, el túnel de acceso a la Bóveda Global de Semillas, por alguna razón, se construyó en pendiente. Como dijo un minero: “Para mí es evidente que hay que construir un túnel con entrada en rampa, de forma que haya desagüe. Me sorprende de verdad que hicieran una construcción tan estúpida”.
El gobierno noruego está tratando ahora de resolver el problema y restablecer de naturaleza a prueba de fallos de la bóveda, invirtiendo otros 4,4 millones de dólares (alrededor del 50% del coste inicial de la bóveda) en mejoras, incluyendo 1,6 millones para encontrar una solución de acceso apropiada. Una sugerencia que ya han conseguido gratis del minero citado antes: “Hagan un nuevo túnel de acceso en rampa de manera que el agua se vaya y no entre en el banco de semillas”.
¿Cuáles son las lecciones de este percance? Evidentemente, no es un gran desastre y en los tiempos actuales los pocos millones de dólares que se gastarán en resolver el problema parece minúsculos comparados con otros gastos públicos, como la bomba Moab de 16 millones de dólares la pieza que lanzó el gobierno de EEUU sobre militantes afganos en abril. Aun así, sirve para ilustrar algunos problemas generales de la planificación.
Los planificadores no pueden tener en cuenta cualquier eventualidad y a veces los expertos podrían olvidar detalles aparentemente menores que son de conocimiento común para la gente común. Si los diseñadores de la bóveda de semillas hubieran consultado a los mineros correctos con experiencia de campo construyendo túneles de acceso en Spitzbergen, el gobierno noruego se podría haber ahorrado millones de dólares. Aunque en este caso las consecuencias de los defectos de planificación no son terribles, esto puede ser distinto cuando planes a gran escala afectan a personas reales en sus vidas. Por ejemplo, si se observan proyectos de planificación urbana sin éxito, los costes pueden dispararse y lo que pretendían ser una renovación urbana o viviendas sociales pueden deteriorarse hasta convertirse en guetos plagados de delincuencia. Además, el ejemplo ilustra perfectamente la diferencia entre conocimiento “experto” y “local”, que, especialmente en políticas de desarrollo global, ha llevado a incontables fracasos de proyectos grandes y pequeños a lo largo de las décadas.
Por supuesto, esas dificultades de la planificación afectan por igual al sector público y al privado. Pero en el mercado libre el impacto de los fallos de planificación tiende a estar limitado en ámbito y las empresas tienen que pagarlo de sus propios bolsillos. Por el contrario, cuando el gobierno se implica, las ambiciones tienden a aumentar y los contribuyentes tienen que pagar las facturas, a veces incluso los mismos contribuyentes que tienen que sufrir las consecuencias de proyectos mal planificados desde principio.