Siempre que una economía entra en recesión, muchos economistas señalan que la depresión económica significa que habrá capital y mano de obra ociosos. Los recursos que podrían emplearse están ahora desempleados porque la recesión económica ha reducido la demanda agregada de bienes y servicios.
Los llamados expertos creen que el gobierno debe aumentar la demanda global de la economía, ya que una demanda más fuerte permitirá volver a emplear los recursos ociosos. De ahí que muchos economistas recomienden que el banco central adopte una postura monetaria fácil para reforzar la demanda agregada.
Parece bastante sencillo: impulsar el gasto en bienes y servicios y esto, a su vez, reforzará la producción global de la economía en el múltiplo del gasto, gracias al multiplicador keynesiano. Según Ludwig von Mises,
Aquí, dicen, hay plantas y granjas cuya capacidad de producción no se utiliza en absoluto o no en toda su extensión. Aquí hay montones de mercancías invendibles y multitud de trabajadores en paro. Pero también hay masas de personas que serían afortunadas si pudieran satisfacer mejor sus necesidades. Lo único que falta es crédito. El crédito adicional permitiría a los empresarios reanudar o ampliar la producción. Los parados volverían a encontrar trabajo y podrían comprar los productos. Este razonamiento parece plausible. Sin embargo, es totalmente erróneo.
Quienes abogan por el bombeo monetario para absorber los recursos ociosos han pasado por alto que estos recursos se han vuelto ociosos debido al auge previo creado por la política monetaria fácil anterior del banco central. Debido a la postura monetaria fácil, han surgido actividades no productivas o «burbujas», lo que ha provocado el desvío del ahorro real de los generadores de riqueza hacia estas actividades no productivas.
Una postura más restrictiva del banco central detiene esta desviación, reduciendo así el número de actividades de burbuja y mejorando el proceso de generación de riqueza. Sin embargo, una postura de este tipo no puede deshacer las diversas asignaciones erróneas de recursos que se produjeron como resultado de la anterior postura monetaria fácil, ya que el daño anterior no puede deshacerse a corto plazo.
Sin embargo, una vez que el proceso de generación de riqueza cobra impulso, la creciente reserva de ahorro real permite absorber diversos recursos ociosos. Según Mises,
Del colapso del boom sólo hay un camino de vuelta a un estado de cosas en el que la acumulación progresiva de capital salvaguarde una mejora constante del bienestar material: el nuevo ahorro debe acumular los bienes de capital necesarios para un equipamiento armonioso de todas las ramas de la producción con el capital requerido. Hay que proporcionar los bienes de capital que faltan en aquellas ramas que fueron indebidamente descuidadas en el auge. Las tasas salariales deben bajar; la gente debe restringir temporalmente su consumo hasta que se restablezca el capital malgastado por la mala inversión. Aquellos a quienes no les gusten estas penurias del periodo de reajuste deben abstenerse a tiempo de expandir el crédito.
Además, escribe,
Si las mercancías no se pueden vender y los trabajadores no encuentran trabajo, la razón sólo puede ser que los precios y los salarios que se piden son demasiado altos. El que quiere vender sus existencias o su capacidad de trabajo debe reducir su demanda hasta encontrar un comprador. Tal es la ley del mercado. Tal es el mecanismo mediante el cual el mercado dirige la actividad de cada individuo hacia aquellas líneas en las que puede contribuir mejor a la satisfacción de las necesidades de los consumidores.
Los comentaristas están en lo cierto al identificar la falta de crédito como un factor que impide un aumento de la producción y un mayor uso de los recursos ociosos. Sin embargo, es necesario subrayar que el tipo de crédito que falta es el crédito productivo, el que está plenamente respaldado por el ahorro real. Este tipo de crédito escasea debido a los episodios anteriores de políticas monetarias expansivas impulsadas por los bancos centrales, que han tenido como resultado el desvío del ahorro real de los productores de riqueza hacia aquellos que no son productivos.
Lo que la mayoría de los comentaristas defienden es la expansión del crédito de la «nada», que el banco central puede poner en marcha mediante inyecciones monetarias directas o a través de la intervención en los mercados monetarios para mantener un tipo de interés objetivo más bajo. Estos comentaristas abogan por una expansión del crédito que no esté respaldada por el ahorro real. La expansión del crédito sin respaldo no sólo no puede revitalizar la economía sino que, por el contrario, debilita aún más el proceso de generación de riqueza. Cualquier intento de «reactivar» la actividad económica mediante dinero fácil reanudará el desvío del ahorro real de los productores de riqueza a los no generadores de riqueza, debilitando así el proceso de creación de riqueza real.
Mientras la reserva de ahorro real siga creciendo, las políticas de los bancos centrales parecen funcionar. Sin embargo, una vez que la reserva se estanca o disminuye, el crecimiento termina, y ninguna inyección de liquidez del banco central invertirá la situación. Al contrario, cuanto más intenta el banco central reactivar la economía, peor van las cosas.
Se podría argumentar que, independientemente de la razón por la que existan recursos ociosos, las autoridades y el banco central deberían aplicar políticas que hagan posible un mayor empleo de esos recursos. Pero sin aumentar la reserva de ahorro real, no habrá medios suficientes para permitir el empleo de esos recursos. Una política monetaria laxa destinada a impulsar la demanda no tendrá éxito, ya que un aumento de la demanda no puede sustituir al ahorro real necesario para volver a emplear los recursos ociosos.
Algunos economistas creen que las políticas monetarias flexibles permiten que la economía despegue por sí sola, igual que añadir un poco de agua a una bomba, o cebar la bomba, permite bombear agua de un pozo. Esa metáfora es engañosa, ya que sin el aumento del ahorro real no puede producirse ningún repunte de la actividad económica. La expansión del crédito sin el respaldo del ahorro real no puede sustituir a los inexistentes bienes de capital necesarios para expandir la riqueza que, a su vez, absorbe el trabajo y el capital desempleados.
Conclusión
Los economistas señalan correctamente que la falta de crédito impide aumentar la producción y reemplear los recursos ociosos. Sin embargo, es necesario subrayar que el tipo de crédito que falta es el crédito productivo, que está plenamente respaldado por el ahorro real. El crédito productivo escasea debido a episodios anteriores de políticas monetarias expansivas del banco central que desviaron el ahorro real de los productores de riqueza hacia los improductivos.