Ante la delincuencia desenfrenada, muchos particulares y empresas recurren a la seguridad privada como alternativa a la protección gubernamental. Un ejemplo es la gasolinera Karco de Filadelfia, que ha contratado a guardias fuertemente armados de los agentes del S.I.T.E. de Pensilvania para que patrullen sus instalaciones. Los guardias van equipados con chalecos Kevlar y fusiles AR-15 o escopetas, y el propietario afirma que, desde que contrató a los guardias, la gasolinera está libre de merodeo y otras actividades delictivas.
La incapacidad de la policía estatal y del sistema judicial para proteger eficazmente a los ciudadanos es lo que ha llevado a muchas personas a recurrir a la seguridad privada y al uso de armas de fuego para defenderse. En algunos estados, las leyes restrictivas de control de armas y las limitaciones a la autodefensa, como las leyes sobre el «deber de retirada», no han hecho más que contribuir a esta tendencia. Como resultado, muchas personas y comunidades se han visto obligadas a tomar cartas en el asunto para sentirse seguras.
Hans-Herman Hoppe, en su obra La producción privada de defensa, sostiene que es mejor dejar la provisión de seguridad en manos del sector privado. Argumenta que las empresas de seguridad privada tienen un mayor incentivo para proteger a sus clientes, ya que de ello depende su reputación y la continuidad de su negocio. En cambio, la policía estatal no tiene que rendir cuentas a las personas a las que debe proteger y, por tanto, tiene menos incentivos para protegerlas eficazmente.
El economista Bruce L. Benson también argumenta a favor de la seguridad privada, citando pruebas empíricas que demuestran que la seguridad privada es más eficiente y eficaz que la policía estatal. Las empresas de seguridad privada pueden adaptar sus servicios a las necesidades específicas de sus clientes, lo que permite una protección más eficaz. Además, las empresas de seguridad privada pueden rendir cuentas a través del mercado, ya que los clientes pueden elegir a qué empresa contratar en función de su rendimiento.
Benson observa que el sector de la seguridad privada ha experimentado un crecimiento de la demanda y la sofisticación en las últimas décadas. Esto se debe al creciente uso de tecnologías como la televisión en circuito cerrado y la tecnología láser, así como a la formación del personal de seguridad para aprovechar estas tecnologías. Las urbanizaciones privadas y las empresas se diseñan pensando en la seguridad.
Los estudios sobre las consecuencias de las actividades de control de la delincuencia del sector privado son escasos, pero existen varios de carácter informativo. Uno de ellos, realizado en los años 80, examinó las acciones y los efectos de la fuerza de seguridad privada en Starrett City, una zona de Brooklyn con un alto índice de delincuencia. El estudio concluyó que la fuerza de seguridad privada de la zona era mucho más eficaz para reducir la delincuencia que las fuerzas de seguridad pública. Esto se debe probablemente al mayor nivel de formación y desarrollo del personal de seguridad privada, así como al uso de tecnologías de seguridad avanzadas.
La decisión de Patel de contratar guardias para proteger su negocio es un buen ejemplo de las ventajas de la seguridad privada. No solo protegió eficazmente su negocio, sino que le permitió elegir el nivel de protección que consideraba necesario. La incapacidad de la policía estatal para proteger adecuadamente su negocio y su propiedad no le dejó otra opción que recurrir al sector privado. Mientras los EEUU sigue enfrentándose a duras oleadas de delincuencia y a la corrupción de la justicia criminal, el hecho de que el público se dé cuenta de que la seguridad privada es viable y necesaria es un resquicio de esperanza.