El éxodo de capital humano es una de las principales preocupaciones de los países en desarrollo que desean frenar la ola de emigración. Algunos creen que la emigración impide a los países pobres aprovechar el talento de sus mejores ciudadanos. Los críticos sugieren que los países pobres sobresaldrían si las mentes más inteligentes no emigraran. En teoría, esto suena plausible; sin embargo, oscurece la inspiración de la emigración.
Si los países con peores resultados pudieran dotar a sus ciudadanos de alternativas superiores, no emigrarían. Los países más ricos atraen a inmigrantes de calidad por sus infraestructuras. Los inmigrantes se sienten atraídos por sus universidades, instituciones y excelencia comercial. Trabajar en un país desarrollado ofrece mayores posibilidades de enriquecimiento profesional.
La exposición a una formación de primer nivel y a la tecnología punta permite a las personas crear más valor en un país desarrollado. Los inmigrantes tendrían menos impacto si se hubieran quedado en el mundo en desarrollo. Elegir permanecer en un país improductivo sólo limita la capacidad de las personas competentes para hacer una contribución global. Muy a menudo, el genio de las mentes más inteligentes se ve constreñido por las limitaciones de los países pobres.
En los países prósperos, existen más opciones para que las personas prosperen. Gracias a la diversificación económica, las oportunidades de empleo son más abundantes. Además, en los países más ricos, el sector privado desempeña un papel decisivo en el desarrollo. Por lo tanto, se depende menos del empleo público.
El gobierno tiene una agenda política, mientras que el sector privado tiene una agenda económica, por lo que el crecimiento del gobierno puede minar el dinamismo del sector privado. Promover la libertad económica en el mundo en desarrollo frenaría el nivel de emigración al dar rienda suelta al talento empresarial de los ciudadanos. Los países más ricos presentan mayores niveles de libertad económica, por lo que es más fácil que sus ciudadanos se enriquezcan. Por ejemplo, Ruanda es percibida como una estrella económica en ascenso en África, y los economistas atribuyen su prosperidad a la libertad económica.
A diferencia de Ruanda, algunos países en desarrollo utilizan el Estado como garrote para acosar a los ciudadanos. No sólo las actividades económicas están severamente reguladas, sino que los políticos corruptos también emplean los recursos del Estado como herramienta para encumbrar a sus compinches. La corrupción es otra de las principales razones para emigrar. En los países en desarrollo existe una fuerte percepción de que el éxito está ligado a las redes políticas.
De ahí que las personas desconectadas de los puestos de influencia sientan que el éxito sólo es posible si emigran. La percepción es que en países como el Reino Unido y América nadie está por encima de la ley. La gente cree de verdad que si trabajas duro en estos países triunfarás. En los países ricos también se critica la meritocracia, pero en el mundo en desarrollo es norma que incluso los puestos de bajo nivel estén politizados, por lo que se duda seriamente de la credibilidad de un Estado meritocrático.
Además, debido a la reputación de algunos países, los ciudadanos encuentran discriminación a la hora de viajar o hacer negocios. Algunos países del Caribe no necesitan visado para entrar en América, Canadá o el Reino Unido. Sin embargo, Jamaica no es uno de ellos debido a su reputación de criminalidad. Por ello, viajar puede ser realmente una molestia para Jamaica.
Hacer negocios en línea es igualmente arduo para los países conocidos por las estafas financieras. Las personas ambiciosas viajarán y harán más negocios que la media, por lo que si la reputación de su país es un obstáculo para el éxito, la emigración se convertirá en una opción factible. Cambiar la cultura de un país es difícil y puede que la clase política no tenga la voluntad de hacerlo. Así que para asegurar su futuro, los ciudadanos emigran a lugares mejores.
Además de los factores estructurales, la emigración se ve impulsada por factores socioculturales. En algunos países pobres existe la creencia generalizada de que la riqueza atrae la ira de personas sin escrúpulos, por lo que la gente emigra para escapar de la ira de los envidiosos. Los jamaicanos se refieren a las personas envidiosas como «malas mentes», mientras que otros hablan del mal de ojo. Un estudio muestra incluso que los jamaicanos citan la envidia como motivo para emigrar. Está claro que la gente emigra para acceder a mejores oportunidades y beneficiarse de relaciones sociales de mayor calidad.
Emigrar a un país superior conduce a la movilidad social, por lo que no hay que disuadir a los ciudadanos de hacerlo. El mundo no gana nada cuando personas con talento se quedan atrapadas en lugares improductivos.