Un supuesto plan de la administración Trump para continuar con la ayuda militar a Ucrania, combinado con la exigencia de un aumento del 5 por ciento en el gasto de defensa de los Estados miembros de la OTAN, es un claro ejemplo de las contradicciones e incoherencias que plagan tanto el establecimiento de la política exterior a los EEUU como la presidencia de Trump.
Habría que cuestionar tanto la lógica moral como económica de la implicación de EEUU en el conflicto de Ucrania con Rusia. Los libertarios están convencidos desde hace tiempo de que la intervención extranjera y la ayuda militar sólo empeoran y prolongan los conflictos, socavan la soberanía nacional y agotan los recursos de la economía de los EEUU.
La propuesta de Trump de mantener la ayuda a Ucrania desafía las promesas que hizo durante su campaña presidencial. Sus compromisos de reducir la implicación de los Estados Unidos en guerras extranjeras parecen vacíos. Además, su muy publicitada afirmación de poner fin al conflicto entre Ucrania y Rusia el primer día —en 24 horas— no parece que vaya a materializarse en absoluto, sino que, por el contrario, continuará con la fuerte implicación de EEUU.
Por otra parte, el requisito de aumentar el gasto de defensa de los Estados miembros de la OTAN en un 5 por ciento es un intento apenas velado de mantener el statu quo con los Estados Unidos como policía militar en Europa. Aunque Trump ha amenazado con abandonar la OTAN en numerosas ocasiones, su petición de aumentar la financiación no hace más que reforzarlos y envalentonarlos para que sigan actuando como la policía del mundo. Todo esto también implica que es puro imperialismo que los Estados Unidos cree un requisito para que otras naciones a través de la coerción económica y la presión militar se plieguen a su voluntad.
Resulta irónico que Trump prometiera reducir la deuda y el gasto militar de los EEUU y ahora abogue por aumentar los gastos de defensa antes incluso de haber puesto un pie en el cargo. Esta hipocresía se ve agravada por el hecho de que los EEUU ya está soportando una carga desproporcionada de los costes militares de la OTAN, mientras que otros Estados miembros contribuyen relativamente poco.
El conflicto ucraniano es sin duda el mejor ejemplo de lo devastador que ha sido el intervencionismo de EEUU: El apoyo militar y diplomático americano sólo ha servido para prolongar una crisis humanitaria, desestabilizar la región y crear un entorno que podría fomentar nuevos conflictos y agresiones. Mientras continúa esta agresión, nos alejamos cada vez más de una solución pacífica y nos acercamos más al borde de una guerra nuclear total.
Al continuar la ayuda a Ucrania, y Trump pidiendo un aumento del gasto en defensa de la OTAN, veremos un aumento de la agresión y un envalentonamiento de la OTAN para «tomar partido» en los conflictos de naciones soberanas, independientemente de su pertenencia a la OTAN (por ejemplo, Ucrania). Esto no es sólo una traición a las promesas de campaña de Trump, sino una traición a muchos de los principios libertarios más básicos. Sin embargo, su afán por mantener el statu quo de la política exterior de EEUU, que es imperialista e intervencionista, no debería sorprendernos tanto. Trump no es realmente un «forastero», sino que lo interpreta en televisión. Y lo que es más importante, incluso quienes apoyan incondicionalmente a Trump deberían deplorar este tipo de hipocresía. En su lugar, deberíamos abogar, sin intervenir, por una política exterior que respete la soberanía nacional al tiempo que promueve la paz mediante la no agresión.