Una de las ventajas de una teoría económica sólida es que resulta muy útil para refutar falacias populares y conceptos erróneos sobre el funcionamiento de la economía de mercado. Una de esas falacias es la afirmación de que las intervenciones gubernamentales a través de aranceles protectores no tienen consecuencias negativas para la población del país que las impone. Los políticos y estadistas han empleado estos argumentos para ganarse el apoyo de la mayoría de los votantes, que en su mayoría son incapaces de comprender plenamente los argumentos económicos.
En este artículo se intenta afirmar brevemente que las injerencias gubernamentales en los mercados nacionales son precursoras de aranceles protectores que, a su vez, perjudican el bienestar de los consumidores al imponer la carga de precios más elevados para los productos básicos adquiridos en el mercado.
Efectos de la interferencia coercitiva en las actividades industriales
Uno de los efectos inmediatos de la interferencia del gobierno en las empresas es el aumento de los costes de producción. Es característico de este tipo de intervenciones gubernamentales que requieran la introducción de nuevos planes para salvar a las industrias afectadas de sus desastrosos efectos. Esto siempre es así, dado que las intervenciones anteriores ya producen resultados que se consideran insatisfactorios, incluso desde el punto de vista del gobierno y de los partidarios de estas políticas.
Otro efecto significativo derivado de los mayores costes de producción es el intento de traducir estos mayores costes en precios más altos de los productos (aunque esto no siempre es posible). En lo que respecta a los aumentos del salario mínimo por decreto, el correspondiente aumento de los precios, la reducción de otros servicios, la reducción de otras prestaciones de los trabajadores, etc. tienden a absorber las ganancias obtenidas por los asalariados gracias a la legislación sobre el salario mínimo. Esto, aparte del efecto más desastroso del desempleo permanente que siempre provocan las leyes de salario mínimo y las interferencias sindicales en las actividades industriales.
Los aranceles son superfluos en el libre comercio interno
Los aranceles son superfluos en condiciones de libre comercio nacional. Más aún porque las acciones de los empresarios nacionales y otros participantes en el mercado tienden a estar ya ajustadas a las condiciones imperantes en el mercado. En pocas palabras, la producción tiende a ajustarse plenamente a la demanda de consumo. Salvo que surjan grandes desajustes en la estructura del mercado a corto plazo, las discrepancias de precios entre los mercados de factores y los mercados de productos ya están en proceso de reconciliarse mediante las acciones diarias de los empresarios. En este estado de cosas, la competitividad de los empresarios nacionales no se ve obstaculizada por la ausencia de restricciones institucionales. Los productores más eficientes del mercado nacional están en mejores condiciones de competir en el mercado mundial. Por lo tanto, la imposición de aranceles protectores en condiciones en las que los productos nacionales son competitivos resulta superflua.
Los aranceles protectores se hacen «necesarios» como consecuencia del fracaso de las políticas industriales en el mercado nacional. Suelen imponerse porque las condiciones industriales de producción de un país son desfavorables para la competencia; más concretamente, para la competencia con productos extranjeros.
Además, teniendo en cuenta que los efectos de las políticas industriales nacionales sólo se limitan al mercado nacional, los productores extranjeros no se ven afectados por los elevados costos de producción ocasionados por estas políticas. De ello se deduce que suministran los productos en cuestión a precios más baratos que los productores nacionales. Y lo que es más importante, dado que estas políticas tienen el efecto de reducir la competitividad de los productores locales, la conveniencia de proteger a las empresas nacionales frente a sus homólogas extranjeras más eficientes se convierte en una cuestión urgente. Como señala Mises en su libro Gobierno omnipotente,
Es evidente que todas las medidas intervencionistas encaminadas a lograr una subida de los precios internos en beneficio de los productores nacionales, y todas las medidas cuyo efecto inmediato consiste en un aumento de los costes internos de producción, se verían frustradas si no se excluyera totalmente a los productos extranjeros de la competencia en el mercado interno o se les penalizara cuando se importaran.
El objetivo del arancel protector es deshacer las consecuencias no deseadas del aumento de los costes de producción nacionales provocado por la interferencia del gobierno. El objetivo es preservar el poder competitivo de las industrias nacionales a pesar del aumento de los costes de producción.
¿Quién paga en última instancia el costo de los aranceles?
Siempre y en todas partes son los ciudadanos y los consumidores del mercado nacional los que pagan el coste de los aranceles protectores. Contrariamente a las suposiciones de los políticos y los balbuceos vacíos de los demagogos estatistas, la carga de los precios más altos ocasionados por la imposición de derechos de importación sobre cada unidad de esas clases de productos importados en el país son soportados por los consumidores nacionales.
Además, dada la restricción de competidores extranjeros en virtud de los aranceles, las condiciones se vuelven más propicias para el establecimiento de monopolios locales. Como ocurre con todo monopolio establecido institucionalmente, la supremacía de los consumidores en la determinación de las cantidades y calidades de las mercancías queda subvertida. Los monopolios locales determinan ahora las cantidades que se pondrán a disposición de los consumidores en función de sus intentos de ajustar la oferta a los precios monopolísticos óptimos. En última instancia, ciertos grupos de consumidores se ven incapaces de satisfacer sus necesidades más urgentes ante la imposibilidad de obtener estos bienes a los precios competitivos imperantes en el mercado mundial.