¡Sorpresa, sorpresa! Con el peso que sigue cayendo como una piedra frente al dólar de EEUU, Argentina ha apelado al FMI para un crédito de emergencia. Al solicitar el rescate, el presidente Macri citó la repentina aparición de factores globales más allá de su control para explicar el desplome del peso.
Durante los dos primeros años [de su administración] hemos contado con un contexto global muy favorable, pero eso hoy está cambiando, las condiciones mundiales están cada día más complejas, y por varios factores: está subiendo el tipo de interés, está subiendo el petróleo, se están devaluando las monedas de países emergentes, entre otras variables que nosotros no manejamos.
Pero esto es un montón de tonterías. Como señalaba en mi post de ayer, la caída del peso se debe a una cosa y solo a una: la enormemente alta tasa de crecimiento de la oferta monetaria desde que Macri asumió el cargo en diciembre de 2015. La tasa de crecimiento monetario excedió el 45% interanual durante los tres primeros trimestres de 2017 y nunca ha caído por debajo del 25% durante el mandato de Macri. El lugar de solicitar ayuda, lo que garantizará más crisis de divisa en el futuro, el presidente Macri tiene que pedir que cese la intervención del banco central en los mercados de moneda extranjera y permitir que el peso se deprecie y muestre el grado real de la inflación monetaria pasada. Si implanta luego un programa creíble (y en este momento, solo un programa de sacudida se considerará creíble) para acabar con la política monetaria inflacionista, la crisis de la divisa se curará por sí misma.