El problema del «desarrollo» sigue siendo un tema que llama la atención de los académicos y también se está convirtiendo cada vez más en la preocupación de cualquier persona. Esto se observa especialmente cuando las políticas gubernamentales, como las realizadas en relación con la propagación del covid-19, presentan casos claros que afectan directamente a la vida y el bienestar de los ciudadanos.
Para el austrolibertario, la definición de desarrollo sostenible de la Comisión Brundtland de 1987 conlleva varias implicaciones cuestionables, como argumenta Morgan Poliquin. Sin embargo, hoy en día, los estudios sobre el desarrollo como práctica han evolucionado para incluir otras ideas en el intento de ver diferentes y multifacéticos entendimientos del desarrollo.
En las conferencias en línea de Jeffrey Sachs basadas en su libro La era del desarrollo sostenible, señala que el desarrollo ha evolucionado hacia un enfoque más práctico y holístico compuesto por tres pilares: desarrollo económico, sostenibilidad medioambiental e inclusión social. A pesar de que la definición es más amplia, es importante seguir siendo crítico, por lo que en este artículo haremos una crítica de estos aspectos para ver lo que podría ser útil en la práctica.
Desarrollo económico
Tradicionalmente, el primer pilar del desarrollo económico se ha medido con el producto interior bruto, o PIB para abreviar. Asim Hussain argumentó que el PIB no puede medir la calidad de vida, y Frank Shostak esbozó cómo el crecimiento del PIB no indica necesariamente un verdadero crecimiento económico. Esta única cifra, utilizada a menudo por los gobiernos para informar a los ciudadanos de lo bien o mal que le va a su país económicamente, ha sido alabada como el principal indicador económico durante mucho tiempo, y su cuestionamiento se ha hecho esperar.
Incluso Jeffrey Sachs reconoce que el PIB tiene limitaciones, por lo que postula que otras medidas de desarrollo son también importantes para obtener una imagen más completa del desarrollo. Éstas pueden ir desde métricas que consideran y agregan otros aspectos del desarrollo, como el Índice de Desarrollo Humano, o métricas que tratan de medir la felicidad subjetiva, como la escala de Cantril.
Estos enfoques son, al menos, mejores en el sentido de que se hace más hincapié en el factor humano, pero, como ocurre con cualquier modelo matemático realizado en un intento de agregar las experiencias humanas, debemos mantenernos siempre escépticos y, al igual que con el PIB, comprender y desconfiar de sus limitaciones. De este modo, las políticas promulgadas para alcanzar tales medidas de fines económicos deben ser justamente examinadas.
Sostenibilidad medioambiental
El siguiente pilar que hay que examinar es el que vincula el desarrollo con el estado del medio ambiente. Sin embargo, esto conlleva varios problemas en cuanto a la forma de enfocar el crecimiento de la economía, sobre todo cuando éste siempre parece estar reñido con el uso de los recursos y el medio ambiente. La perspectiva austrolibertaria favorece un movimiento hacia la innovación, que logrará, por sí misma, sin más empujones, crear los bienes y servicios que necesitamos para nuestra época, y no sólo en un sentido medioambiental.
Tyler Watts escribió un argumento crítico sobre cómo los conceptos de sostenibilidad medioambiental están en desacuerdo con la economía. Entre las ideas discutidas estaba el poder de la innovación: en una economía de libre mercado, la innovación se produciría de forma más natural. La creación de productos y servicios más baratos y eficientes —y, por extensión, más limpios y menos derrochadores— está destinada a ocurrir como consecuencia del progreso y de los precios funcionales, debido a que los empresarios pueden crear bienes competitivos en la economía.
La idea de que la innovación impulsada por la libertad económica en el mercado es intrínsecamente temeraria debe ser examinada. Como sostiene Gary Galles, no se trata de un juego de suma cero, ya que la sociedad en su conjunto prospera gracias a la innovación. La mejora del mundo puede venir de permitir que los empresarios prosperen.
Inclusión social
Por último, los elementos más humanos del desarrollo pueden abordarse en el último pilar, que se refiere a la propia humanidad. El desarrollo nunca debe considerarse independientemente del contexto de las personas que componen la sociedad, y es un deseo humano válido formar parte de una sociedad en la que se sientan capaces de participar.
Por supuesto, hay varias formas de incluir a las personas en la sociedad, y esto sigue siendo objeto de debate y escrutinio. No obstante, hay enfoques del desarrollo centrados en la humanidad que pueden favorecer la posición de un austrolibertario —como el enfoque de la seguridad humana o el enfoque de las capacidades—, pero uno de ellos destaca especialmente: el enfoque basado en los derechos.
Una sociedad inclusiva a través del enfoque basado en los derechos significa que todas las personas deben poder vivir con sus derechos fundamentales intactos, y donde no están oprimidos, sino empoderados. Esto debería incluir la capacidad de los individuos de participar plenamente en la economía y de tener sus libertades personales protegidas. Poder vivir en una sociedad libre que respete estos derechos es un objetivo de inclusión social, y un fin deseable para el austro-libertario.
Los otros enfoques, como el de la seguridad humana, que puede utilizarse para promover el valor de la paz y denunciar los horrores y los costes finales de la guerra, o el enfoque de las capacidades, que puede destacar la importancia de hacer realidad la libertad individual, también podrían estudiarse para obtener ideas valiosas similares. Al fin y al cabo, la guerra y la esclavitud no son bienvenidas en una sociedad inclusiva y libre.
Conclusión:
Los enfoques y teorías contemporáneas del desarrollo sostenible amplían la definición de su estudio para considerar perspectivas que van más allá de la definición original de la Comisión Brundtland. Se trata de perspectivas que pueden ser compatibles con la perspectiva austrolibertaria. La necesidad de examinar críticamente estas ideas emergentes, de defender los valores del libre mercado y de la libertad personal, y de exigir a los gobiernos que rindan cuentas sobre las ideas deseables de desarrollo, sigue siendo tan pertinente e importante como antes.