Lisa Hanna ha manifestado su deseo de abandonar el panorama político, pero esto podría convertirse en una gran tragedia para los jamaicanos. Aunque su mandato como Ministra de Cultura en la anterior administración del PNP (Partido Nacional del Pueblo) fue controvertido, Hanna se ha redimido con una serie de propuestas cautivadoras publicadas en diarios jamaicanos.
A diferencia de sus homólogos, que tratan de complacer a los electores tribales, Lisa Hanna es una de las pocas políticas que tratan temas que la gente considera relevantes. En sus artículos, Hanna aborda cuestiones complejas de forma sencilla para que el ciudadano de a pie pueda entenderlas. Recientemente, Hanna señaló que cumplir con la política de «conozca a su cliente» (KYC) de los bancos puede ser bastante agotador para los clientes que soportan la molestia de proporcionar pruebas de domicilio, estados financieros, referencias y otros documentos. Estas medidas son coherentes con la normativa contra el blanqueo de capitales, aunque perjudican a los pobres, según un informe del Banco Mundial de 2012.
A pesar de la popularidad de la normativa contra el blanqueo de capitales, ésta no consigue hacer mella en el blanqueo de capitales y pone barreras a la participación de la clase trabajadora en el mercado financiero. Muchos trabajadores por cuenta propia desean tener una cuenta comercial; sin embargo, no están registrados, de hecho pueden optar por registrarse, pero el hecho de no estar registrados no debería impedirles abrir una cuenta. A Hanna y al jamaicano medio les resulta desconcertante que la gente corriente deba cumplir una normativa onerosa y, sin embargo, las empresas financieras puedan ignorar las señales de alarma sin sanciones. Además, estas políticas no siempre se aplican porque un colega abrió una cuenta bancaria con relativa facilidad gracias a sus conexiones bancarias.
Lo cierto es que los requisitos en materia de lucha contra el blanqueo de capitales son elaborados por los países desarrollados e impuestos a los países del Caribe, aunque sean inaplicables en un contexto regional. Pero, por suerte, los ciudadanos de los países desarrollados no están esclavizados a tales normativas, ya que algunas instituciones americanas no exigen estados financieros ni referencias de carácter para abrir cuentas. Así pues, no hay razón para pensar que Jamaica no pueda adoptar opciones flexibles. Debería parecernos hilarante que a los políticos de ambos partidos les guste protestar contra el neocolonialismo, pero sólo unos pocos como Lisa Hanna estén dispuestos a enfrentarse a la opresión real. En otro orden de cosas, Lisa Hanna está abrazando la economía de libre mercado en lugar de luchar por el proteccionismo.
En su intervención en el Parlamento, Hanna informó al público de que la política nacional de sustitución de importaciones sólo ha enriquecido a unos pocos creando monopolios. En su lugar, Hanna recomienda mejorar la productividad y el capital humano para impulsar la producción agrícola. Los argumentos de Hanna se ven corroborados por un artículo publicado en 2017 en la revista Review of Economic Perspectives que observa un vínculo entre la apertura comercial y el crecimiento económico. El ahorro derivado de las importaciones es inconmensurable, por lo que solo los tontos comprarán productos de calidad inferior y productos caros porque se fabricaron en Jamaica.
Build Jamaica, Buy Jamaica es un eslogan sin sentido y es estupendo que Hanna prefiera el razonamiento económico al nacionalismo ignorante. El líder de la oposición, Mark Golding, y el primer ministro, Andrew Holness, pueden seguir presumiendo de su compromiso con los pobres; sin embargo, Hanna aprecia que sean los empresarios y los innovadores quienes impulsen al país hacia el futuro, y no los pobres. En lugar de amar a los pobres, prefiere dotarles de las herramientas necesarias para competir a escala mundial. Sin duda, Lisa Hanna es la defensora del libre mercado que Jamaica necesita para ser una potencia y debe reconsiderar su jubilación.