Power & Market

¿Qué saben los economistas?

La economía es el estudio de cómo los seres humanos gestionan sus escasos recursos ante la incertidumbre. El objetivo de un buen economista es entender los mecanismos a través de los cuales las personas logran esto, analizar el funcionamiento del orden económico y presentar una teoría completa de cómo funciona. Esto es todo lo que deberían hacer los economistas y todo lo que deberíamos esperar de ellos. Sin embargo, lo más habitual es esperar que los economistas nos proporcionen un plan para solucionar todos nuestros problemas económicos, así como que se anticipen a los que aún no han aparecido. Esta visión del economista es irreal y poco práctica, y para demostrar que es así repasaremos un par de cuestiones para ver si los economistas saben tanto como se les atribuye.

¿Saben los economistas cómo coordinar la economía?

Mucha gente espera que los economistas sepan cómo funcionan los distintos sectores de la economía y sean capaces de dirigirlos para maximizar el beneficio social. Se considera que el orden del mercado es caótico, indiferente a los pobres y que debe organizarse según criterios racionales para evitar sus constantes fallos. Esta visión, sin embargo, es falsa para cualquiera que conozca la historia económica del siglo XX, especialmente la de la URSS, un país sometido a la planificación central por parte de «maestros economistas». El resultado no sólo fue el caos económico, sino también una brutal dictadura que duró unos 70 años. En un intento de colectivizar la agricultura durante 1929, la economía rural se desorganizó, la producción disminuyó y se produjeron disturbios políticos en toda Ucrania. Se calcula que un total de 5.000.000 de personas murieron durante la hambruna provocada por el hombre, de las cuales 3.900.000 eran ucranianas.

Pero, ¿por qué ocurrió esto? ¿Eran los economistas y dirigentes políticos soviéticos demasiado ignorantes o demasiado egoístas para organizar la producción? No, tenemos todas las razones para suponer que la mayoría de los organizadores soviéticos eran buenas personas leales a su país. Simplemente no sabían lo que debían hacer. No podían saber qué producir y en qué cantidades ya que no existían precios de mercado en el país. En un mercado libre el agricultor que veía el aumento de la demanda podía aumentar su producción en consecuencia para abastecer a los consumidores. Sin embargo, sin precios esto no era posible. Esto es lo que hoy se llama comúnmente el Problema del Cálculo Económico, analizado por primera vez por Ludwig von Mises en «Cálculo económico en la comunidad socialista» y ampliado posteriormente por Hayek en su artículo más famoso «El uso del conocimiento en la sociedad». El problema es cómo debe gestionar una sociedad sus recursos escasos. En el mercado esto se hace mediante los precios, pero ¿cómo funcionará el proceso cuando no existan los precios? Muchos economistas, desde Lange hasta Cockshott, han ofrecido sus opiniones sobre cómo resolverlo, pero hasta ahora no se ha dado una respuesta definitiva.

¿Pueden los economistas predecir acontecimientos futuros?

En 2008, tras el estallido de la crisis financiera, la Reina Isabel se preguntó por qué nadie previó el colapso económico que se iba a producir. ¿Por qué no lo previeron los banqueros, los políticos o los economistas académicos? Preguntas similares han surgido en múltiples ocasiones a lo largo de la historia. La gente se pregunta por qué nadie previó el Pánico de 1819, la Gran Depresión o la Estanflación de los 1970. Hay dos razones por las que esto ocurre. En primer lugar, los mercados son extremadamente volátiles porque están compuestos por personas y las personas son imprevisibles. Nadie puede imaginar lo que va a ocurrir en los próximos meses, años o incluso en los próximos días. El famoso economista austriaco Ludwig Lachmann describió nuestra sociedad como caleidica y añadió «una sociedad en la que tarde o temprano un cambio inesperado va a trastornar los patrones existentes, una sociedad que intercala sus momentos o intervalos de orden, seguridad y belleza con una desintegración repentina y una cascada hacia un nuevo patrón». No podemos hacer predicciones porque la sociedad cambia demasiado rápido como para comprenderla adecuadamente.

En segundo lugar, otra razón por la que no pueden hacerlo es porque, en muchas ocasiones, utilizan modelos inexactos que son refutados por los acontecimientos del mundo real. Un gran ejemplo de ello es la estanflación de los 1970. Según la visión keynesiana entonces dominante, la inflación y el desempleo debían moverse siempre en sentido contrario. Más inflación menos desempleo, menos inflación más desempleo. La estanflación era imposible, y sin embargo ocurrió y provocó el reinado de los monetaristas y de la Escuela de Chicago, representada entonces por Becker, Stigler y el más destacado de todos, Friedman. Ni siquiera un economista inteligente podía prever algo así porque su teoría lo consideraba imposible.

Conclusión

El público no debería esperar que los economistas predigan los acontecimientos futuros ni que sean capaces de dirigir la actividad económica. De nuestro análisis se desprende que nada de eso es imposible en nuestro mundo. Los economistas no tienen los conocimientos necesarios para distribuir eficazmente los recursos, ya que carecen de la información necesaria para hacerlo. Tampoco pueden predecir el futuro porque las condiciones económicas siempre cambian y aunque lo intentaran existe la posibilidad de que sus modelos sean erróneos. Volvemos a nuestro pensamiento original de que los economistas deberían limitarse a ofrecer una teoría sobre el funcionamiento de la economía, sin intentar influir en sus resultados.

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