Economía global

África no está en condiciones de detener la actividad económica. La pobreza urbana y las enormes deudas presentan una aparente elección entre la enfermedad desenfrenada y el empobrecimiento masivo.

La calidad de los modelos utilizados por los políticos para establecer la política de COVID-19 es sólo tan buena como los datos recogidos. Desafortunadamente, los datos no son muy buenos. Mientras tanto, los costos reales surgen de la economía arruinada.

¿Puede el dólar estadounidense perder su posición de reserva global? Claro que puede, pero no a un país que decide cometer las mismas locuras monetarias que la Reserva Federal. La mayoría de los países están tratando de inflar la Reserva Federal. Y eso es bueno para la Reserva Federal.

Estamos a punto de entrar en una desaceleración de la producción —un colapso, en realidad— no porque algunas empresas calcularon mal sus inversiones, sino porque el gobierno intervino drásticamente y sin aviso para cerrar todas las empresas.

Los EEUU y el mundo se levantarán de esta crisis. Lo que el gobierno tiene que hacer es permitirlo. El gobierno está ahí para facilitar, no para elegir ganadores y perdedores.

Hay una razón para el pánico. Pero el pánico debe ser sobre cómo los gobiernos —que saben tan poco sobre el virus que han decidido que justifica la destrucción de la economía mundial— crearán muchas nuevas amenazas para la salud y el bienestar a través de sus políticas.

Incluso si el virus COVOID-19 resulta ser más severo de lo que los escépticos nos dan razones para pensar que es, podemos superarlo. No podemos sobrevivir al final de la división del trabajo. Sería el fin de la civilización tal como la conocemos.

Philipp Bagus informa desde España: cuando la gente está lo suficientemente asustada, dejan que el estado haga casi cualquier cosa.

Es muy probable que el colapso de las principales economías desarrolladas vaya seguido de un colapso de los mercados emergentes, creando una conmoción de la oferta como no se ha visto en décadas.

Los eurócratas podrían conseguir mesas en sus restaurantes favoritos con más facilidad mientras los gobiernos nacionales se lo toman a pecho. Pero esta es una situación temporal que podría convertirse fácilmente en una amenaza contra la unión.