Los tiroteos masivos ya son bastante malos, pero los progresistas los han convertido en acontecimientos políticos. Luego afirman que politizar más estas tragedias reducirá su número.
Durante muchos años, los conservadores han considerado que el FBI es casi infalible. Es hora de replantearse esta devoción por una agencia federal que persigue sus propias agendas políticas.
La forma más rápida de desacreditar a un oponente intelectual es acusar a esa persona de ser un «teórico de conspiración». Pero, ¿qué ocurre cuando se producen conspiraciones reales?
Los responsables de confinar gran parte de los EEUU durante el covid culpan a la propia pandemia de los estragos económicos y sociales que se produjeron. Tal vez deberían analizar los propios encierros.
Hoy, los progresistas gobiernan por la ley de buenas intenciones, y cuando el gobierno tiene buenas intenciones, los resultados, por desastrosos que sean, no importan.
Al declarar que la información de dominio público es un «secreto de Estado», la Corte Suprema de EEUU ha demostrado que la lógica no es obstáculo cuando se retuerce la ley como un pretzel.
La probable elección de Ferdinand Marcos Jr. como próximo presidente de Filipinas podría crear nostalgia por la ley marcial que su padre declaró como presidente. Sin embargo, la ley marcial no promete una economía próspera.
Las medidas de mano dura de Justin Trudeau contra los camioneros que protestan son parte de una guerra mayor de los progresistas contra los mercados de capitales y la privacidad financiera. La gente encontrará formas de resistir a través de las finanzas descentralizadas.
Mientras condenan el sistema de crédito social de China, los progresistas americanos, canadienses y europeos se hacen dependientes de los sistemas de crédito social para ampliar su poder político y de gobierno.
Al invocar la Ley de Emergencias, Trudeau ha adoptado una conducta más propia de déspotas autoritarios.
