Lawrence McQuillan se une a Bob para profundizar en los fallos normativos y la mala gestión que hay detrás de la crisis de los incendios forestales en California.
Los políticos responden a la presión. Si queremos que realmente lleven a cabo los recortes que dicen defender, somos nosotros quienes debemos ejercer esa presión.
Los progresistas han estado pidiendo fuertes impuestos y otras políticas confiscatorias dirigidas a los americanos ricos. Aunque no ganaron las recientes elecciones presidenciales, su mensaje tóxico sigue vigente.
Nos dicen que los aranceles van a hacer todo tipo de grandes cosas. Mark Thornton aclara las cosas.
Como la realidad nos dice que hay que recortar drásticamente el gasto federal, eso significa que los proyectos locales tendrán que ser financiados por los estados y las localidades, lo que significa que el gasto deficitario no es una opción.
El nuevo gobierno laborista británico está haciendo lo que siempre hacen los gobiernos de izquierdas: subir los impuestos a todo el mundo, pero fingiendo que sólo los ciudadanos más ricos pagarán más.
Al igual que Santa Claus, que hace regalos gratis a nuestros hijos, la gente piensa que el Estado presta servicios «gratis». Sin embargo, el Estado no puede proporcionar nada sin confiscar primero la riqueza de otros —como el Grinch, que primero robó todos los regalos en Villaquién.
Si no se eleva el límite de la deuda, existe al menos una pequeña posibilidad de que algunos de ellos tengan que rendir cuentas en las urnas.
El presidente electo Trump ha prometido cambios en las políticas económicas. Queda por ver cómo funcionarán y cómo nos afectarán. He aquí un repaso a las propuestas prometedoras —y a las que probablemente nos perjudiquen.
El presidente del Instituto Mises, Tom DiLorenzo, se une a Ryan McMaken para analizar las muchas formas en que los impuestos, conocidos como «aranceles», destruyen la riqueza y dan poder al Estado.
