Tom Woods: En dos minutos o menos, para empezar, ¿por qué es importante Rothbard?
Lew Rockwell: Bueno, Rothbard es importante por un par de razones. Antes que nada, por ser un investigador tan importante, como economista, como historiador, como filósofo político. Fue un pensador original y un pensador muy convincente, un hombre que, entre otras cosas, creó el libertarismo moderno, combinando el anarquismo americano del siglo XIX con el derecho natural basado en Aristóteles y Santo Tomás de Aquino. Y es realmente una filosofía duradera y fascinante. Explica aquello que tiene que preocuparnos, en cierto sentido explica cómo proceder. Es extremadamente convincente. Todo en Rothbard era convincente.
Si, hablando a la gente que nos oye, no has leído a Rothbard, toma cualquier cosa de él, que está gratis en línea en mises.org, y también hay mucho en LewRockwell.com. Solo echa un vistazo a cualquier ensayo de Murray, digamos “The Anatomy of the State”, que es uno de sus ensayos famosos. Te ves inmediatamente atraído. Es tan claro. Es tan lógico, es tan persuasivo. Nunca volverás a ser el mismo. Quiero decir, esto es verdad para muchísimas obras de Rothbard, realmente te cambian la vida, basándose en el inmenso conocimiento que tenía.
Y es alguien, hasta donde yo sé, que sabía todo. Por supuesto, estoy exagerando, pero solo un poco. En las áreas en las que estaba interesado, sabía prácticamente todo, con un conocimiento profundo y bien analizado y riguroso. Leía todo, recordaba todo. Si estabas en su piso (que estaba lleno de libros, casi humorosamente lleno de libros) y hacías una pregunta a Murray, decía, bueno, ya sabes, eso se explica en este libro concreto en esa estantería, aquí está, el tercero por la izquierda, capítulo 3 y páginas 29-36. Es decir, tenía ese tipo de conocimiento.
Aun así, era un tipo humilde, una de las personas más agradables que podías encontrar, extremadamente divertido, era como un monologuista además de todas sus capacidades intelectuales y didácticas, muy agradable, muy receptivo y nunca menospreciaba a los alumnos. Pienso en él comparándolo con Milton Friedman, que era también un tipo brillante, pero se hizo famoso por humillar a un alumno que hizo una pregunta que Friedman pensó que era estúpida o no le gustó por cualquier razón. Rothbard nunca fue así. Era solo un gran ser humano, igual que, creo, era sin duda uno de los hombres extraordinarios del siglo XX y quizá en el futuro se le llegue a ver como un personaje extraordinario durante mucho más tiempo.
TW: Antes de que nos ocupemos de su vida, quiero decir algo, antes de que lo olvide, acerca de Rothbard, que creo que no he dicho nunca antes. Cuando ves lo que ha hecho en su trabajo investigador, frente a los diversos artículos populares que escribiría para publicaciones periódicas, podía escribir obras de investigación que eran respetadas por la comunidad académica. Por ejemplo, su libro The Panic of 1819 tuvo críticas muy buenas en las revistas profesionales, publicado por Columbia University Press, estupendo. Pero mucho del resto de su obra investigadora, como El hombre, la economía y el estado, The Ethics of Liberty, muchas de estas cosas, sabía de hecho que no habría audiencia académica para ellas; si la hubiera habido, solo sería una audiencia que le condenaría. No hay tampoco audiencia popular para esta obra investigadora, así que, ¿para quién escribía esto? Y la respuesta es que solo puede haber escrito para la posteridad y supongo que en un grado menor para sí, por las ideas. Hacía esto sabiendo bien no iban a nombrarle presidente del departamento de economía en Harvard; ya había sufrido la purga de National Review, así que las ideas económicas libertarias, o al menos su nombre expresando esas ideas no iban a ser bienvenidos en esa revista y aun así siguió generando una enorme cantidad de producción sin conseguir una recompensa correspondiente. Y siguió trabajando y trabajando.
Hoy, tú y yo tenemos una gratificación instantánea: escribes un ensayo y sube a Internet. Al día siguiente, la gente te escribe correos electrónicos diciéndotelo grande que eres. Él no tenía ese tipo de contestación, no tenía ese tipo de audiencia, no tenía ese tipo de tecnología. Y mira lo que produjo.
LR: Bueno, realmente era un tipo extraordinario y por supuesto le gustaba el dinero; le encantaba comprar libros, por ejemplo. Pero el dinero no era el principal motivo de su vida. Por supuesto, esta es una de las formas en que la economía austriaca se diferencia de la economía ortodoxa: no pensamos en el hombre como un homo economicus; hay otras cosas que motivan a la gente aparte del dinero, aunque repito que el dinero es algo estupendo, es necesario. Murray enseñó mucho tiempo en una universidad muy pequeña en Nueva York, Brooklyn Polytechnic, obteniendo ahí un empleo solo porque era un exponente experto del alegato contra la Guerra de Vietnam. Y, por supuesto, como en todo lo demás, a Murray le interesaba y sabía todo sobre ella. Sabía todo sobre la historia de Vietnam, las intervenciones anteriores, toda la gente que era importante en el bando norvietnamita, el Vietcong, los vietnamitas del sur, el gobierno americano, el gobierno francés, etcétera. Creía que estaban tan impresionados con él que creía que no tuvieron en cuenta o realmente no les importaban sus otras opiniones. Posteriormente, cuando se dieron cuenta cuáles eran sus otras opiniones, nunca le habrían contratado, porque era un lugar bastante de izquierdas. Llegó a su máximo salarial en la Brooklyn Polytechnic en 26.000$ al año. Así que nunca tuvo mucho dinero, exactamente igual que Mises cuando dijo a Margit, la mujer que iba a ser su esposa: Quiero advertirte: voy a escribir mucho sobre dinero, pero no voy a tener mucho.
TW: (risas) Exactamente así.
LR: Murray podía haber dicho lo mismo a su esposa de tantos años, Joey Rothbard. Pero ya sabes que era realmente el investigador puro, el profesor puro. Y sí, creo que lo hacía para sí mismo, pero que los hacía absolutamente para el futuro. Estaba tan contento consiguiendo que alguien se interesara, que veía la más mínima chispa de comprensión e interés en algo y hacía todo lo posible por avivar las llamas. Estaba esperando por la verdad, por decir la verdad. Esto por sí mismo tiene, podríamos decir, una aplicación eterna, indudablemente una aplicación a muy largo plazo en la tierra. Así era Murray, y desde sus primeros días fue una estrella. Te estaba contando antes que Bill White, que ya ha muerto pero fue un amigo de toda la vida de Murray, estaba en la escuela Birch Whathen, que fue la escuela privada a la que fue Murray desde el tercer grado. El director de la escuela pública elemental en la que estaba dijo a sus padres, “Este chico no encaja en una escuela pública”, un comentario muy inusual en un administrador de una escuela pública, “es demasiado listo, es demasiado importante. Tiene que ir a una escuela privada”.
Bill decía que oyó hablar por primera vez de Murray Rothbard en el tercer grado cuando su madre llegó a casa y dijo que acababa de tener una reunión con el director y dijo “¿Por qué no puedes ser como ese chico, Murray Rothbard?” El director me dijo que nunca en su vida encontró un estudiante de esta importancia. ¡Este era Murray en tercer grado! Así que tenemos la suerte en el Instituto Mises de tener todos los papeles de Murray. Y cuando lees sus primeros escritos, incluso los de la escuela elemental, es claramente Murray Rothbard. Fue una estrella durante toda la escuela. Fue a la Universidad de Columbia; estudió economía y matemáticas para su licenciatura y por supuesto fue summa cum laude. Hizo una maestría en economía. Doctorado en economía. Se le impidió muchos años que se le concediera en realidad el doctorado porque el malvado Arthur Burns, que posteriormente se convirtió en presidente del Consejo de Asesores Económicos bajo Eisenhower y luego en jefe de la Fed bajo Nixon, le bloqueaba conseguir el doctorado, le bloqueaba ser considerado, aunque no estuvo siquiera en el comité de Murray. Pero destacaba tanto en el departamento de economía que podía detener el proceso. Era durísimo para Murray. Gracias a Dios, Burns, quizá no para bien del mundo, pero al menos para bien de Murray, se largó a Washington con Eisenhower y así Murray consiguió el doctorado.
TW: Bueno, déjame hablar sobre ese tema del doctorado, porque para subrayar lo ruin que fue Burns está el hecho de que la tesis de Murray, que posteriormente se publicó como libro (en Columbia University Press, santo Dios), fue famosa en las revistas de investigación. Se vio como una contribución importante a la historia económica de EEUU. Así que Burns fue claramente ruin.
LR: Sigue siendo una obra de referencia.
TW: Sí, nadie escribe sobre el pánico de 1819 porque Rothbard, entre la ortodoxia, se considera que ha escrito la obra definitiva. Así que no nos lo estamos inventando; no son uvas verdad. Es una ruindad verificable por parte de Burns.
LR: Siempre recuerdo que Murray decía que Arthur Burns sonaba como W.C. Fields sin gracia. Tenía la misma voz que W.C. Fields. Así que Murray consiguió su doctorado con retraso, no pudo conseguir un trabajo pese a su brillantez y sus capacidades en tantas áreas diferentes, debido a sus opiniones. Había una organización entonces llamada el Fondo Volker, que ahora ya no existe, una gran fundación libertaria, y contrataron a Murray para leer libros, para leer los libros importantes en ciencias sociales que ellos o él pensaran que eran importantes y escribir informes sobre ellos. Y hemos publicado algunos de estos informes; muchísimos siguen sin publicar, algún día se publicarán. Fue una temporada extraordinaria intelectualmente haciendo esto, pagándole solo por leer todos los libros importantes que le interesaban. Pero pasó un tiempo antes de conseguir un trabajo de nuevo en Brooklyn Polytechnic, pero nada le detuvo. Era tan optimista, siempre estaba esperanzado, siempre mirando lado bueno de las cosas. Repito, tan divertido, tan apasionado, tan erudito.
Por cierto, estaba interesado en todo, sabía de todo. Le interesaban las olimpiadas, así que cada cuatro años, cuando llegaban los Juegos Olímpicos, conocía todos los deportistas, todos los récords, la historia, los equipos. Le encantaba la política; por supuesto, nunca votó: era demasiado listo como para eso, pero le encantaba la política. Podías hablar con Murray, especialmente la noche antes de las elecciones y decías: “Murray, ¿qué está pasando en el segundo distrito de Nueva York, en Buffalo?” Sabía los candidatos, los temas, tenía una predicción acerca de lo que iba a pasar y todos los grupos importantes de interés. Era un genio, ¿qué puedo decir? Era un genio increíble y tuvimos mucha suerte de tenerlo de nuestro lado, debido a todas esas grandes obras que publicó, que, repito, son tan convincentes y repito que todo está gratis en mises.org, sus ensayos, miles de artículos populares, todos sus libros importantes, todo está ahí.
Una vez tuve, ¿cómo lo diría?, una pequeña pelea con un tipo del Instituto Cato que había escrito un artículo para The Economist acerca del movimiento de Ron Paul y decía, ya sabes, el movimiento de Ron Paul está atrayendo a un montón de jóvenes y tienes que reconocerle eso, pero hay un terrible defecto en el corazón del movimiento de Ron Paul: son rothbardianos. En realidad, deberían ser friedmanitas.
Así que escribí esto en el blog y dije, suelo pensar que se trata de que es justo, de que es rothabrdiano, porque suelo pensar que Murray tenía razón y Friedman se equivocaba en muchos aspectos, aunque tuviera razón en algunos. Pero dije que pensaba que hoy Murray debe ser uno de los economistas más conocidos en el mundo entre gente normal e incluso entre estudiantes, que Friedman ya no era conocido. Sus libros siguen siendo importantes para los economistas académicos, pero ya no es la figura que había sido, aunque viviera más que Murray, casi una docena de años más que Murray. Murray murió demasiado joven. Pero pobre David Friedman. Me gusta David Friedman. Le molestó mucho esto y lo estaba criticando en su blog y uno de los comentaristas dijo: “Ya sabes, es algo muy injusto. No puedes hacer esta comparación: Todo lo de Rothbard está disponible gratis en mises.org y los libros de Friedman no están en línea y son muy caros”. Así que dijo que por supuesto Rothbard es más conocido que Friedman; realmente es injusto. Pensé, ¿sí, injusto, de verdad?
TM: Si, de verdad.
LR: Murray es hoy mucho más conocido de lo que fue en toda su vida. Si siguiera vivo hoy y hubiera podido vivir hoy con una esperanza de vida superior, pro no inusual, sería mucho más conocido. Sería conocido como el mayor intelectual antibelicista del mundo, el más prolífico, el más elocuente, el más interesante, que sabía todo, ya estuviésemos hablando de las guerras actuales o de las pasadas: sabía todo de ellas.
TW: Lew, te cuento, el Instituto Mises podría haber publicado el podcast de Rothbard todos los días. Llamarle al teléfono (no tiene que conocer nada de tecnología) y dejarle hablar veinte minutos cada día. Obtendría 250.000 descargas por episodio. Sin duda, algo así. En cierto modo, Lew, odio estos escenarios contrafactuales porque me entristecen.
LR: Bueno, es muy triste. Todo lo que podemos es estar agradecidos por tener a Murray tanto tiempo como pudimos. Recuerdo un gran incidente en la Universidad Mises, en la primera Universidad Mises a la que fuiste y estabas interesado en hablar con Murray y le conociste y advertí que los dos hablabais muy animados. Eso pasó cuando todavía eras un estudiante. Volví a esa zona concreta horas después y los dos estabais todavía hablando a toda velocidad. Y pensé, ¡qué bueno!
TW: Lo fue.
LR: Pensé: la vida de Tom va a cambiar.
TW: Lo hizo, completamente. Y por cierto cuando hablamos sobre Ron Paul decimos que es el mismo tipo en la vida privada que el que aparenta en la vida pública, bueno, cuando vez un discurso de Rothbard y está animado y divertido, así es absolutamente en privado.
Déjame aportar algo acerca de su carrera académica. Joe Salerno me convenció completamente de esto en una charla que dio hace algún tiempo acerca del libro El hombre, la economía y el estado, que fue el principal tratado económico de Rothbard. Tiene 1.000 páginas, aunque no incluyas la sección que se consideró demasiado radical como para incluirla en la primera edición, la sección Poder y mercado. Es una contribución enorme, es devastadora, se integra en la literatura económica ortodoxa. Y es, según Joe, el eslabón perdido entre Mises y la conferencia de South Royalton. Hubo una famosa conferencia en 1974 entre el pequeño remanente de los economistas austriacos que todavía podían encontrarse. Joe demostraba que básicamente todos en esa conferencia se habían interesado y mantenían la tradición austriaca debido a El hombre, la economía y el estado. Rothbard básicamente había mantenido la antorcha en marcha durante el peor periodo para la Escuela Austriaca en el siglo XX.
LR: Es interesante que Mises no fuera conocido por ser un tipo efusivo. No era efusivo ni cuando alababa obras que valoraba mucho. Pero su reseña de El hombre, la economía y el estado, que puedes encontrar en mises.org, es muy, muy favorable, extraordinariamente favorable. Quiero decir, creo que es apropiadamente favorable. Así que Mises pensaba maravillas de este libro.
Y esto es aplicable a otras áreas de la obra de Murray. Fue contratado para escribir un pequeño libro que traduciría La acción humana, la gran obra maestra de Mises a un libro de texto. Bueno, esto es como cuando se pidió a Murray que hiciera un libro pequeño sobre la Revolución americana e hizo Conceived in Liberty, que son cuatro grandes tomos. Bueno, Murray nunca estaba satisfecho. Empezó así, pero no estaba satisfecho. Hizo algo que creo que en algunos aspectos mejoró Acción humana, aunque el sería el primero en decir que Acción humana era para él el fundamento necesario. Este libro ahora se usa ampliamente en todo el mundo, se lee ampliamente. Se ha traducido al chino, por ejemplo; se ha traducido al ruso, en todos estos antiguos países comunistas, a muchísimos idiomas distintos, en institutos Mises en todo el mundo. El creciente interés por la Escuela Austriaca y por Murray Rothbard ha hecho que este libro se lea más que en vida de Murray.
Pero no se desanimó; estaba muy entusiasmado por encontrar un editor para su trabajo y porque alguien se interesara por él. Solo le interesaba por una persona, dos personas, estaba feliz por hablar con cualquiera, en cualquier circunstancia, si tenía interés en el tipo de ideas que defendía y las áreas intelectuales en las que era experto. Incluso si estabas muy por debajo de su nivel (y. digámoslo así, muy pocos estaban ni siquiera cerca del nivel de Rothbard), era un tipo muy encantador, un tipo humilde, un tipo educado y amable, realmente una persona maravillosa.
Puedo decir a cualquiera que escuche este programa que si hubiese conocido a Murray Rothbard no hubiese preferido tomar una copa con otro. Era el compañero más interesante y divertido. Si estaba en un sala, todos se acercaban a él. Tenía el poder de una estrella, aunque era… Walter Block le describe como un tipo judío pequeño, bajo, y parcialmente calvo. Bueno, sí, es verdad. Pero no importa que no se pareciera a John Galt o a quien fuera, era magnético. Quienes tuvimos la suerte de conocerle; suerte no es la palabra, tuvimos la bendición de conocerle. Yo diría que es el centro del movimiento austriaco. Es el centro del libertarismo, lo que llama el anarcocapitalismo. Está tenido un poder tan extraordinario en todo el mundo, que me gustaría todos los días… sigo echándolo de menos cada día después de tantos años. Me gustaría que estuviera aquí para disfrutarlo así como, como dices, para hablar en la radio; le hubiera encantado Internet. No era exactamente Mr. High Tech. No sé si la gente recordará los viejos tiempos de los vídeos, pero nunca consiguió que el relojito dejara de parpadear en su vídeo. Ronald Hamowy, gran historiador, amigo de Murray, estuvo una vez en su casa y lo arregló. Y siempre a partir de entonces Murray pensó que Hamowy era Mr. High Tech, que era el un tipo brillante con la tecnología. Ronal no era un tipo brillante con la tecnología.
Ronald cuenta una maravillosa historia de la generosidad de Murray. Aunque Joey no trabajaba y tenían una renta muy pequeña, abrirían su casa, era realmente el salón libertario de su tiempo. Ronald decía que nunca se dio cuenta en su momento de lo generosos que eran con las bebidas. Decía: solo me di cuenta años después de que en realidad no podían permitírselo. Pero eran así de generosos, su hospitalidad es famosa. Cualquier que haya tenido la oportunidad de cenar con Murray y Joey o solo estar en el salón, eran gente muy cálida, gente muy agradable. Joey, por cierto, era brillante. Margit von Mises solía decir que podía haberse doctorado. Bueno, ella podía haberse doctorado, tenía un máster en Columbia y era una experta en ópera wagneriana, y cuando digo experta, quiero decir una verdadera experta. Por supuesto, aprendió alemán.
Así que eran un pareja extraordinaria, siendo también Murray una persona tan magnífica. Y escribía todo el tiempo; escribía toda la noche. Podría tal vez irse a dormir a las dos de la mañana o trabajar hasta las seis de la mañana. Trabajaba toda la noche; escribía todas las noches. Esto era en los días del fax y a veces yo llegaba a la oficina y había un artículo de veinte páginas que Murray había escrito esa noche. Eran normalmente artículos sobre la maldad de George H.W. Bush y la guerra en Iraq y cosas así.
TW: Claro, pero con toneladas de historia e información. Por cierto, ¿es verdad la historia de que en medio de la noche despertó una vez a Joey y dijo: “¡Ese bastardo de Eli Whitney resulta que no inventó la desmotadora!” o se lo inventó alguien?
LR: Sí, Joey estaba dormida y él estaba leyendo. Era apasionado, divertido y tenía una rosa contagiosa y peculiar. Joey contaba cuando estaban saliendo una vez que se suponía que iban al cine y ella llegó tarde y el cine estaba a oscuras (un gran cine de Nueva York) y de repente oyó reír a Murray y nadie reía como Murray, así que podo ir casi directamente y encontrarle en el cine debido a su risa.
TW: Sí, en la oscuridad. Exacto. Antes e acabar, sí quiero hablar de dónde debería empezar la gente con su obra, pero antes de eso quiero preguntarte algo que no sé. Creo que fue en 1986 cuando abandonó Brooklyn Polytechnic para ir a enseñar a UNLV [Universidad de Nevada – Las Vegas]. Su título era Profesor Distinguido S.J. Hall de Economía en la UNLV, así que supongo que era una cátedra financiada. ¿Puedes decirnos quién era S.J. Hall y cómo funcionaba eso? ¿Era alguien al que le gustaba Murray y puso el dinero para contratarlo allí? ¿Era un cátedra ya existente y Murray simplemente se postuló para ella?
LR: Bueno, S.J. Hall fue un magnate de la madera en Nevada. Había muerto para cuando Murray llegó allí. Su viuda había dotado una cátedra visitante para tener un catedrático nuevo cada año. Había habido algunos más. Cuando llegó Murray, y esto demuestra cómo eran el departamento y el decano en esos días, no podían creer que tenían a este tipo en su facultad. Y convirtieron, con el permiso de Mrs. Hall, la cátedra visitante en permanente. Y realmente fue la mejor experiencia académica de la vida de Murray. Seguía sin tener alumnos de doctorado, nunca tuvo alumnos de doctorado, una gran tragedia.
Pero era mucho mejor que Brooklyn Polytechnic, que una vez me describió como una escuela de ingeniería en la que nunca funcionaban los ascensores. Una vez habló del pobre Mises enseñando a un grupo de alumnos desconcertados. Bueno, Murray, siento decirlo, tenía algo así como un grupo de estudiantes de ingeniería desconcertados en sus clases. Por cierto, que eso nunca le detuvo. No cambió, era siempre interesante y fascinante como profesor. Conozco a esa gente que fue a escuchar sus clases allí, por ejemplo, Hans-Hermann Hoppe, cuando vino por primera vez a este país, fue a las clases de Murray. Era como si estuviera hablando en un seminario de grado en Harvard; realmente ponía todo su ser en enseñar y lo mismo hizo en UNLV.
Así que de repente tenía un salario decente por primera vez. Él y Joey consiguen una casa en Las Vegas. Le gustaba Las Vegas, por cierto, porque decía que era una ciudad nocturna. Todo estaba abierto toda la noche, podías llevar ropa al tinte a las tres de la mañana. Pensaba que era una ciudad civilizada en ese sentido. Quizá fuera que el hombre que era presidente del departamento y otros miembros de la facultad no se vieran influidos por las actitudes normales hacia alguien como Murray, pero simplemente se dieron cuenta de que tenían una perla y querían guardarla. Gracias a Dios que eso funcionó.
Posteriormente ocurrió aquí lo típico que ocurre en las universidades. Acabaron con un decano marxista y acabaron con un presidente marxista en el departamento. En este momento Murray había conseguido llevar ahí a Hans-Hermann. Así que estos tipos hicieron todo lo que pudieron para circunscribirlos y hacerles daño y todo eso. Pero Murray simplemente siguió adelante y siempre fue conocido por ser un gran colega. Eso fue verdad en Brooklyn Polytechnic y sin duda en UNLV. Incluso gente a la que no le gustaba políticamente o desde un punto de vista teórico académico le apreciaba como persona. Era maravilloso en las reuniones de la facultad, estaba en los clubes de lectura de la universidad y en los clubes de cocina y todo ese tipo de cosas. Le gustaba la gente, a la gente le gustaba. Era un gran tipo.
Pero fue un momento maravilloso en la vida de Murray, cuando la cátedra S.J. Hall estuvo a su disposición y luego se transformó en un trabajo fijo donde enseñó el resto de su vida.
TW: Bueno, nunca había oído que se contara esa historia, así que me encanta haber preguntado. No sé, quizá sea la primera vez que la gente la oye en Internet.
¿Por dónde recomendarías a la gente que empezara (hay mucho a lo que acudir) con Rothbard? ¿Qué dirías? ¿Hay un puñado de títulos de los que dirías que son los puntos evidentes de partida?
LR: Vas a enlazar a un artículo mío sobre leer a Rothbard, que da algunos consejos sobre esto. Si eres estudiante de economía, va a ser totalmente distinto que si eres un estudiante de historia o si eres solo alguien interesado por estas ideas. Pero creo que mencioné antes su ensayo “The Anatomy of the State”. Es un ensayo que camia vidas y no es algo que te tengas que obligar a leer. Lo empiezas y te asombra. Así que yo empezaría por ahí. Muchas de sus obras más breves (The Case Against the Fed, ¿Qué ha hecho el gobierno de nuestro dinero?) son libros muy importantes aunque sean cortos. Hay un libro un poco más largo llamado The Mystery of Banking, que es una magnífica explicación de lo que está mal en el sistema bancario y cómo funcionaría un sistema bancario apropiado. Y por supuesto hoy vivimos aún más que en tiempos de Murray en una bancocracia, donde los grandes bancos están en realidad llevando los pantalones y pueden ocurrir muchas cosas terribles como consecuencia de ello y Murray las explica todas.
Si te interesa la historia americana, mencionaste Conceived in Liberty, Está su historia del pensamiento en dos tomos que nos lleva solo hasta Marx. Recuerdo preguntar a Joey después de su muerte si Murray dejó alguna nota para el tercer libro y ella dijo que no, ya lo había escrito, pero estaba todo en su cabeza. Así escribía Murray sus libros: los escribía en la cabeza y luego era en buena medida una transcripción.
TW: ¡Condenado!, me hubiera gustado que no lo hubiera hecho así, porque tendríamos esas malditas notas.
LR: Sí.
TW: Este es el gran libro no escrito. Te apuesto a que la sección sobre Keynes… La propia historia del pensamiento es otra versión de lo que hablaste antes que empezó como un pequeño proyecto, una versión de libre mercado de The Worldly Philosophers, así que quizá un libro de 300 páginas. Y se convirtió, a lo largo de su vida, en dos tomos gigantescos y habría habido un tercer tomo. Creo que habría habido un tomo dentro de un tomo. Creo que la parte de Keynes podría haberse extraído fácilmente en un segundo libro. No hubiéramos podido pararle una vez llegara a Keynes: habría habido mucho buen material. Pero menos mal que nos dejó ese legado en forma de todos esos estudiantes que aprendieron de él, facultades que aprendieron de él, que ahora tienen que continuar y llenar los huecos que dejó. No dejó muchos huecos, pero sí dejó deportivamente algunos, así que tenemos algo que hacer.
Así que, Lew, como dijiste, voy a enlazar “Leer a Rothbard”, que se ocupa de sus libros. Pero además, como dices, hay grandes ensayos y artículos. El libro Egalitarianism as a Revolt Against Nature and Other Essays es una gran recopilación. Creo que “The Anatomy of the State” pudo haberse incluido allí. Pero todos esos ensayos son de un gran Rothbard; es investigación de alto nivel, pero también contundente, así que creo que es mi estilo favorito.
LR: Hablas de algo oportuno para nuestro tiempo…
TW: Absolutamente. Bueno, ha sido estupendo, podríamos seguir eternamente. Pero espero que esto haya dado a la gente una idea de por qué atraía este hombre, por qué continúa existiendo, por qué incluso continúa creciendo. Y nadie ha hecho más por conservarlo y mantenerlo que el Instituto Mises, mises.org y LewRockwell.com. Así que agradezco eso y tu tiempo hoy, Lew Rockwell.
LR: Tom, gracias por tenerme aquí.