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Dinero fiat y fuerzas oscuras en acción

La Biblia relata cómo el Espíritu Santo llevó a Jesús al desierto para que el diablo lo tentara. El diablo se le apareció y primero quiso que Jesús convirtiera las piedras en pan (de hecho, Mises criticó el keynesianismo diciendo que «las piedras no se convierten en pan»). Jesús se negó. Luego, el diablo desafió a Jesús a arrojarse desde el pináculo del templo en la ciudad santa, afirmando que los ángeles lo atraparían. Una vez más, Jesús se negó. Pero el diablo no se dio por vencido. En Mateo 4:8-11, dice:

De nuevo, el diablo lo llevó a un monte muy alto y le mostró todos los reinos del mundo y su esplendor. 9Y le dijo: «Te daré todas estas cosas si te postras y me adoras». 10Entonces Jesús le dijo: «¡Vete, Satanás! Porque escrito está: Adora al Señor, tu Dios, y sírvele sólo a Él». 11Entonces el diablo lo dejó, y vinieron ángeles y comenzaron a servirle.»

La última tentación es particularmente significativa. El diablo le promete a Jesús «todos los reinos del mundo y su esplendor», es decir, todo el poder y la riqueza que existen. Jesús también resistió esta tentación. Sin embargo, los humanos, en su imperfección, a menudo y con demasiada facilidad fracasan en la resistencia a tentaciones similares. Por ejemplo, los gobernantes y los gobernados del mundo occidental han sucumbido hace mucho tiempo a una tentación particularmente diabólica: reemplazar el dinero de las mercancías (o metales preciosos) por dinero emitido por el Estado y sin respaldo, conocido como dinero fiat. En cierto sentido, han sido seducidos por la tentadora perspectiva de asegurarse «todos los reinos del mundo y su esplendor», es decir, el poder de aumentar la cantidad de dinero arbitrariamente y en cantidades ilimitadas en cualquier momento. La tentación de controlar centralmente la economía era irresistible.

La transición del oro al dinero fiat ocurrió hace bastante tiempo. Probablemente mucha gente ya no recuerde el 15 de agosto de 1971, cuando se anunció el fin del sistema monetario respaldado por oro. Ese día, la administración de los EEUU del presidente Richard Nixon (1913-1994) declaró que el dólar de EEUU ya no sería canjeable por oro. Y, con el fin del respaldo del dólar en oro, se creó efectivamente un sistema mundial de dinero fiat, un sistema en el que todas las monedas principales se producen literalmente «de la nada». Pero ¿por qué se produjo el abandono de las monedas respaldadas por materias primas o por oro?

Los EEUU adoptó esta medida para evitar una inminente insolvencia. La cantidad de dólares de EEUU que había emitido a lo largo de los años excedía con creces la cantidad de oro que el Tesoro de los EEUU tenía en sus bóvedas, y que se podía canjear a 35 dólares de EEUU por onza (31,10… gramos) de oro físico. A finales de los años 60, cada vez más países con reservas de dólares de EEUU comenzaron a convertir sus billetes verdes en oro físico en el Banco de la Reserva Federal de Nueva York. Se hizo evidente para la administración Nixon que tarde o temprano que los EEUU ya no podría canjear totalmente el dólar por oro. Para evitar la insolvencia, los americanos simplemente suspendieron «temporalmente» la convertibilidad del dólar de los EEUU en oro.

De hecho, la suspensión de la redensibilidad del dólar de los EEUU en oro convenía a los gobernantes políticos. Por fin, el Estado había logrado un control sobre la oferta monetaria como nunca antes. Por un lado, existía la creencia de que los políticos y los banqueros centrales podían gestionar mejor la economía y sortear las crisis —con la teoría económica (errónea) de John Maynard Keynes (1883-1946) proporcionaba el marco teórico y atraía a muchos seguidores fervientes). Pero, lo que es aún más importante, la idea de un control nacional sobre la cantidad de dinero prometía un aislamiento frente a los acontecimientos (no deseados) en el resto del mundo —las naciones podían, a partir de ahora, perseguir sus propios destinos monetarios y económicos, fijar las tasas de interés de acuerdo con sus necesidades internas y todo ello sin temer entradas o salidas no deseadas de dinero físico en oro.

No importa qué promesas bien intencionadas hayan hecho los defensores del dinero fiat, la realidad ha sido todo menos satisfactoria. Es justo decir que el dinero fiat se ha convertido en una verdadera maldición. El dinero fiat es crónicamente inflacionario y pierde su poder adquisitivo con el tiempo. Beneficia a unos pocos a expensas de muchos; es socialmente injusto. El dinero fiat causa crisis, ciclos de auge y caída, y lleva a las economías a una situación de sobreendeudamiento. Tarde o temprano, los estados, los bancos y los ciudadanos privados serán aplastados bajo el peso de la deuda acumulada en el sistema de dinero fiat. Al final, llegará el día del ajuste de cuentas: impagos, recesión y depresión a gran escala, o alta inflación de precios —que destruirá el poder adquisitivo del dinero— o cualquier combinación de estas cosas.

Sin embargo, hasta el día de hoy se ha prestado relativamente poca atención a una razón especial para abandonar el dinero basado en materias primas (o respaldado por oro), tal vez porque es particularmente siniestra: el dinero fiat es un elixir de crecimiento para el Estado, —que lo hace más grande y más poderoso— erosionando, socavando y aboliendo constantemente las libertades civiles y empresariales. He aquí la explicación: con la posibilidad aparentemente ilimitada de expandir la cantidad de dinero fiat, el Estado puede literalmente comprar cualquier cosa, penetrar en todos los sectores de la economía y la sociedad, convertirse en el actor dominante y, finalmente, controlar a todos y todo. Este proceso suele desarrollarse lentamente al principio, pero luego se acelera.

Además, el dinero fiat permite al Estado explotar las crisis para sus propios fines. Por ejemplo, las políticas exteriores agresivas y las guerras pueden financiarse con relativa facilidad con dinero inflado. Los Estados no necesitan aumentar los impuestos para asegurar fondos adicionales (lo que es políticamente impopular). Simplemente emiten nuevos bonos, que son comprados por los bancos centrales y los bancos comerciales a cambio de nuevo dinero fiat. La población en general no suele ver a través de este proceso, lo que hace que sea difícil para la gente entender las verdaderas causas de la inflación de precios resultante —la consecuencia inevitable de expandir la cantidad de dinero fiat.

En tiempos de guerra, a los Estados y a sus representantes también les resulta muy cómodo culpar al enemigo de la elevada inflación interna. Y, como el enemigo está causando tanto daño, se argumenta que hay que combatirlo con más fiereza aún. Esta es una receta para guerras prolongadas y brutales, durante las cuales los gobernantes pueden controlar, vigilar y subyugar aún más a la población en general.

Estas consideraciones deberían haber dejado en claro que el dinero fiat ayuda a destruir y abolir gradualmente lo que queda de la economía y la sociedad libres. El dinero fiat es una herramienta fundamental y muy eficaz en manos de quienes buscan establecer un «sistema de falta de libertad para las masas». Esta es una idea que el economista austríaco Ludwig von Mises (1881-1973) articuló ya en 1912, cuando escribió:

Sería un error pensar que la organización moderna del intercambio está destinada a seguir existiendo. Lleva en sí misma el germen de su propia destrucción; el desarrollo del medio fiat [es decir, el crédito artificial] debe conducir necesariamente a su desintegración.

En este contexto, se puede y se debe argumentar que el dinero fiat es algo verdaderamente diabólico. No sirve al bien común y provoca cambios en las economías que no son aceptables según los estándares comunes. De hecho, el dinero fiat debe plantear serias preocupaciones económicas y éticas.

Es probable que las economías occidentales estén apenas comenzando a darse cuenta de la magnitud de los problemas que genera el uso del dinero fiat. Como se señaló anteriormente, una de las consecuencias más peligrosas del dinero fiat es el crecimiento desenfrenado del Estado, que ahora se ha transformado en todas partes en lo que puede describirse como el «Estado profundo». El Estado profundo garantiza que las ideologías hostiles a la libertad (como el «Gran Reinicio», la «Agenda 2030» de la ONU y el «Nuevo Orden Mundial») se hayan apoderado del pensamiento y las acciones de muchas personas. Por lo tanto, los problemas creados por el dinero fiat no se limitan a la inflación de precios y la devaluación del dinero. No, se extienden mucho más allá. Con él, las economías y las sociedades pierden su libertad, la base de la prosperidad y la paz.

Desde una perspectiva cristiana, se podría considerar la aceptación y difusión del dinero fiat como un pecado grave —un reflejo del estado defectuoso de la humanidad, separada de Dios y llevando una vida equivocada. El dinero fiat  representa el engaño, el falso testimonio y el saqueo insidioso de unos por otros. Incluso aquellos que no juzgan desde una perspectiva cristiana deben admitir, —si no se aíslan por completo de la razón— que los defectos económicos y éticos del dinero fiat son innegables. En particular, el inmenso poder y potencial de abuso que conlleva el control centralizado sobre la producción de dinero, el atractivo de «todos los reinos del mundo y su esplendor» —son simplemente demasiado para que los humanos los puedan manejar. Las consecuencias de la arrogancia y la autocomplacencia, de monopolizar la producción de dinero en manos de unos pocos, están más allá del control humano y son la raíz de muchos males.

Sin embargo, actualmente la conciencia pública sobre los problemas que causa el dinero fiat parece ser bastante limitada. Como resultado, es probable que el sistema mundial de dinero fiat continúe por el momento, con las consecuencias bien conocidas: oleadas inflacionarias, distribución injusta de ingresos y riqueza, crisis financieras y económicas y cargas de deuda cada vez mayores, —así como estados cada vez más poderosos y peligrosos. La probabilidad de que el dinero fiat termine con una nota positiva es altamente improbable —ya que es, literalmente, «el dinero del diablo». 

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