En un reciente episodio del podcast Economics for Entrepreneurs, entrevisté a Steve Mariotti, quien ha pasado toda su vida enseñando a emprender a niños de orígenes difíciles y problemáticos en los Estados Unidos, así como a los hijos e hijas de padres que vivieron durante los regímenes comunistas de la URSS y Vietnam. Describió el espíritu empresarial como un escape de la pobreza y la opresión para estos jóvenes, que abrazaron con entusiasmo.
Mariotti encontró una luz guía para su enseñanza, y para los jóvenes que buscaban su camino para salir de la pobreza, en «El uso del conocimiento en la sociedad» de F.A. Hayek. Citó en particular los párrafos diez y once, en los que Hayek subraya «la importancia del conocimiento de las circunstancias particulares de tiempo y lugar» y lamenta el hecho de que «este tipo de conocimiento debe ser considerado hoy en día con una especie de desprecio» en comparación con el conocimiento teórico o técnico. En otras palabras, los académicos y los economistas institucionales no entienden ni aprecian la forma en que los empresarios generan ingresos y obtienen beneficios como resultado de sus conocimientos individuales especializados.
La perspicacia de Steve Mariotti me llevó a releer el famoso artículo de Hayek de 1945 de la American Economic Review a través de la lente del empresariado. Aquí hay una paráfrasis comprimida de él.
No necesitaríamos empresarios si tuviéramos toda la información económica relevante, si conociéramos todos los detalles de las preferencias de los clientes y si tuviéramos un conocimiento completo de todos los medios por los cuales los clientes podrían realizar sus preferencias. Pero este no es en absoluto el caso.
El papel peculiar del empresario está determinado por el hecho de que este conocimiento de los fines de los clientes y de los medios de que disponen nunca existe de forma concentrada o integrada, sino únicamente como los fragmentos dispersos de conocimiento incompleto y frecuentemente contradictorio que poseen todos los individuos por separado. El problema económico al que se enfrentan los empresarios es la utilización de conocimientos que no se entregan a nadie en su totalidad para garantizar el mejor uso de los recursos disponibles para fines cuya importancia sólo conocen otros individuos. Podemos denominar a este «conocimiento de las circunstancias particulares de tiempo y lugar», es decir, los conocimientos locales específicos y únicos acumulados por las personas emprendedoras a medida que trabajan en determinados empleos, adquieren aptitudes específicas, adquieren conocimientos de industrias y mercados particulares, toman conciencia de los usos alternativos de los recursos, observan determinadas ineficiencias en las transacciones y comprenden los objetivos e insatisfacciones de determinadas personas.
Los académicos, los reguladores gubernamentales, los científicos y los expertos no otorgan a este tipo de conocimiento la importancia económica que merece. Tampoco respetan suficientemente al empresario que se beneficia de la aplicación de este tipo de conocimientos. Esos empresarios no utilizan los últimos descubrimientos científicos ni la mejor tecnología.
Además, los científicos y expertos no aprecian plenamente la razón por la que este tipo de conocimiento es importante para el crecimiento económico. Es importante porque los problemas económicos que los empresarios resuelven surgen siempre y sólo como consecuencia del cambio. Los economistas expertos y sus modelos no están suficientemente equipados para hacer frente a los cambios constantes. Se ocupan de los agregados estadísticos, que muestran una estabilidad mucho mayor que los movimientos de los detalles de los que se ocupan los empresarios.
Los expertos no tienen la experiencia práctica del empresario que mantiene una vigilancia constante para mantenerse al día con los cambios del entorno, para mantener el flujo continuo de bienes y servicios mediante constantes ajustes deliberados realizados en cada momento a la luz de nueva información y nuevas circunstancias no conocidas el día anterior. Este tipo de conocimiento no puede entrar en las estadísticas y no puede ser transmitido en forma estadística.
El problema económico del que se ocupa el empresario es la rápida adaptación a los cambios en las circunstancias particulares de tiempo y lugar. Las únicas personas que pueden hacer frente a estos cambios son las que están íntimamente familiarizadas con estas circunstancias, que conocen los cambios pertinentes y saben los recursos que están inmediatamente disponibles para hacerles frente. El conocimiento de las circunstancias particulares de tiempo y lugar debe utilizarse con prontitud. No hay que esperar a que los expertos procesen la información. El empresario actúa sobre la información disponible (admitida como incompleta) y toma la mejor decisión empresarial posible basándose en la importancia relativa de las cosas particulares de las que se ocupa.
Los sistemas de precios son un instrumento de conocimiento particularmente importante para los empresarios. Cuando el precio de los insumos aumenta, o el precio que el cliente está dispuesto a pagar disminuye, el empresario hace ajustes en respuesta a la nueva información. Este ajuste puede extenderse rápidamente a todo el sistema económico y provocar importantes cambios en la oferta y la demanda, pero el empresario individual no se ocupa del sistema, sino sólo de la capacidad de actuación de los conocimientos locales y específicos que considera esenciales aunque, en teoría, sean imperfectos.
Es una maravilla que esta información imperfecta y limitada sea utilizada en la acción económica por los individuos, lo que resulta en tanto bien para la sociedad. No hay un diseño humano o una dirección consciente en este mecanismo de crecimiento económico. De hecho, las acciones y ajustes del empresario en relación a los precios y a los valores subjetivos de los clientes se implementan, en cierto sentido, sin un gran grado de pensamiento consciente. La acción es a menudo instintiva. Esto es de profunda importancia. Los empresarios se basan en hábitos y prácticas (y en instituciones como el sistema de precios) que han demostrado ser exitosos, aprovechando así los beneficios del conocimiento que ningún individuo posee.
El sistema de utilización empresarial de los conocimientos y las señales del mercado no fue diseñado y no puede planificarse. Hace posible la especialización y la división del trabajo sin la cual no hubiéramos podido desarrollar nuestra civilización moderna.