[El 15 de septiembre 1949, Yale University Press publicó la primera edición de La acción humana de Ludwig von Mises. Lo que aparece a continuación es de “Two Masterpieces by Mises”, de Henry Hazlitt]
Yale University Press acaba de publicar un libro está destinado a convertirse en un hito en el progreso de la economía. Su título es La acción humana es autor es Ludwig von Mises. Es la consumación de medio siglo de experiencia, estudio y pensamiento riguroso.
Ningún escritor vivo tiene un conocimiento más completo de la historia y la literatura de la economía que Mises, y aun así ningún escritor vivo sea preocupado tanto de no aceptar a ciegas la solución a ningún problema, sino que ha pensado cada solución, verificándola paso a paso por sí mismo. El resultado es una obra de gran originalidad escrita dentro una gran tradición. Aunque se construye a partir de lo sensato de los economistas clásicos y de la revisión revolucionaria de Menger, Böhm-Bawerk, Jevons, Clark y Wicksteed, extiende más allá de cualquier obra anterior la unidad y precisión lógica del análisis económico moderno.
De hecho, no conozco ninguna otra obra que lleve al lector una idea tan clara de la íntima interconexión de todos los fenómenos económicos. Hace que entendamos por qué es imposible entender o comprender aisladamente la “negociación colectiva” o los “problemas laborales” o entender los salarios sin considerar los precios o los tipos de interés o las pérdidas y ganancias o entender cualquiera de estos sin considerar el resto o el precio una cosa sin considerar los precios de otras.
Nos hace ver por qué quienes se especializan únicamente en “economía monetaria” o en “economía agrícola” o en “economía laboral” o en “previsión empresarial” van por mal camino tan a menudo.
La aproximación de Mises se aleja tanto de la del especialista que trata a la propia economía como solo una parte (aunque hasta ahora la parte más desarrollada) de una ciencia más universal, la “praxeología” o “la ciencia de todo tipo de acción humana”. Esta es la clave de su título y de sus completas 889 páginas.
Mises está tan preocupado por crear los cimientos de su obra con una solidez inatacable que dedica las primeras 142 páginas únicamente a una explicación de problemas “epistemológicos”. Esto puede desanimar a cualquiera, salvo a los estudiosos más serios del tema. Sin embargo, no hay nada pretencioso ni pedante en la escritura de Mises. Sus frases y vocabulario son tan sencillos y claros como permiten su profundidad y su lógica bien tejida. Una vez ha puesto los cimientos teóricos más abstractos, sus capítulos son modelos de lucidez y vigor.
Destacando entre sus muchas contribuciones originales está su teoría del “crédito de circulación” de los ciclos económicos, que hace hincapié en el daño de las políticas de dinero barato, y su demostración de que el socialismo parcial parasita al capitalismo y de que un socialismo completo ni siquiera sabría cómo resolver el problema del cálculo económico.
Este libro es, de hecho, como declaran los editores, la respuesta a El capital de Marx, la Teoría general de Lord Keynes y muchísimos otros libros que recomiendan socialización, planificación colectivista, expansión del crédito y panaceas similares. Mises descubre al inflacionismo bajo sus disfraces más sofisticados. Demuestra repetidamente cómo las intervenciones estatistas en la economía de mercado producen consecuencias que, incluso desde el punto de vista de quienes defendieron originalmente las intervenciones, son peores que el estado de cosas que pretendían mejorar.
La acción humana es, en suma, al mismo tiempo el alegato más inflexible y más rigurosamente razonado a favor del capitalismo que haya aparecido nunca. Si algún libro puede cambiar la marea ideológica que se ha estado dirigiendo en años recientes tan claramente hacia el estatismo, el socialismo y el totalitarismo, ese libro es La acción humana.
Debería convertirse en el texto principal de cualquiera que crea en la libertad, en el individualismo y en la capacidad de una economía de libre mercado no solo para dejar atrás cualquier sistema de planificación pública en la producción de bienes y servicios para las masas, sino para promover y salvaguardar, como no puede hacer nunca ninguna tiranía colectivista, aquellos valores intelectuales, culturales y morales sobre los que descansa en último término toda civilización.