El odio del estado profundo de EEUU hacia el pueblo iraní se remonta a hace mucho tiempo, al menos hasta 1953. Ese fue el año en que la CIA, que se creó en 1947 cuando el gobierno de EEUU se estaba convirtiendo en un estado de seguridad nacional, poniendo como objetivo a Irán con su primera operación de cambio de régimen. Y adivinad quién pagó el precio de esa operación. Sí, el pueblo de Irán.
El parlamento iraní había elegido a un hombre llamado Mohammad Mossadegh para ser su primer ministro. Mossadegh sería nombrado posteriormente “Hombre del año” de la revista Time. Como muchos cargos públicos en todo el mundo, Mossadegh nacionalizó el sector petrolero del país, argumentando que los recursos naturales pertenecían a la nación.
Las empresas petrolíferas que soportaron el peso de la nacionalización eran de propiedad británica. No es sorprendente que estas, con los cargos públicos británicos, se pusieran lívidos por haberse nacionalizado los pozos de petróleo. Los cargos públicos oficiales recurrieron a la CIA en busca de ayuda.
La CIA pidió permiso al presidente Truman para iniciar un golpe de estado para ayudar a las petroleras británicas, que la CIA sabía que destruiría el experimento democrático del pueblo iraní. Hay que reconocer eternamente al presidente Truman que dijera que no. Esto, sin embargo, no detuvo a la CIA. Tan pronto como el presidente Eisenhower accedió al cargo en 1952, la CIA renovó su solicitud de golpe de estado, argumentando que Mossadegh era un “comunista”.
¿Por qué era eso algo que marcaba una diferencia? Porque para entonces, el estado profundo de EEUU había iniciado su Guerra Fría contra su socio y aliado de la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética, que estaba dirigida por un régimen comunista. A los estadounidenses se les inculcaba el miedo a que los comunistas fueran a por nosotros, se apropiaran del gobierno federal y convirtieran en rojos los Estados Unidos. Así que calificar a alguien como “comunista” le hacía convertirse automáticamente en una amenaza para la “seguridad nacional” de EEUU.
Ike dio su beneplácito al golpe iraní. Con un plan brillantemente ejecutado, la CIA derrocó con éxito a Mossadegh, pero sorprendentemente le dejó con vida. Luego la CIA otorgó al no electo Shah de Irán con un poder dictatorial total sobre el pueblo iraní. El Shah devolvió los derechos petrolíferos a los países petroleros británicos.
El régimen del Shah era brutalmente opresivo, aplicado por una fuerza de inteligencia de policía militar llamada SAVAK, que era una combinación de Pentágono, CIA, NSA y FBI. Formado y apoyado por la CIA, el SAVAK procedió a someter al pueblo iraní a uno de los regímenes totalitarios más brutales y opresivos del mundo. El gobierno de EEUU reforzó la opresión con dinero, armamento y formación.
Durante 25 años, el pueblo iraní sufrió bajo la dictadura brutal del Shah instaurado y apoyado por EEUU. Este tuvo un final chirriante en 1979, cuando el pueblo iraní finalmente se hartó y decidió levantarse violentamente contra el dictador instaurado por EEUU.
Aunque el pueblo iraní tuvo éxito en su revolución, el problema es que fue incapaz de restaurar el sistema democrático que destruyó la CIA 25 años antes. Acabaron con otro régimen dictatorial brutal, esta vez uno teocrático.
El estado profundo de EEUU nunca ha perdonado al pueblo iraní haber derrocado a su dictador, el Shah. Para los miembros del estado profundo, nadie tiene derecho a derrocar un dictador instaurado y apoyado por EEUU, sin que importe lo opresiva que sea su tiranía.
Eso es lo que impulsó a los políticos de EEUU a asociarse con Saddam Hussein (sí, ese Saddam), el dictador iraquí al que convertirían y llamarían después el “nuevo Hitler”. Pero esto era en la década de 1980, cuando eran socios del “nuevo Hitler” en su guerra contra Irán. Todavía enfadados por lo que había hecho el pueblo iraní en 1979, todos los políticos de EEUU querían que Saddam matara a tantos iraníes como pudiera y, durante el proceso, incluso derrotaran a Irán e instauraran otro dictador favorable a EEUU para dirigir el gobierno iraní.
Hay veces que me pregunto cuántos estadounidenses se dan cuenta de que fue entonces cuando Estados Unidos proporcionó a Saddam esas infames armas de destrucción masiva: las que luego se usarían como excusa para dirigirse contra Iraq y lanzar allí una operación estadounidense de cambio de régimen. Entonces, los políticos de EEUU esperaban que Saddam usara sus ADM para matar iraníes (Ver “Where Did Iraq Get Its Weapons of Mass Destruction?”, de Jacob G. Hornberger: Parte 1 and Parte 2).
Ese es el motivo de las sanciones económicas a Irán. Durante años, los políticos de EEUU han atacado al pueblo iraní usando sanciones para infligir daños económicos masivos, incluso muerte, sobre este. El objetivo era y es: Derrocar vuestra dictadura con otra revolución y restaurar una dictadora favorable a EEUU en su lugar o continuaremos estrangulando vuestra corriente sanguínea económica hasta que muráis.
Por eso los políticos de EEUU hacen ahora que suenen tambores de guerra contra Irán: para conseguir el mismo tipo de cambio de régimen que lograron en Irán en 1953 y en Iraq en 2003. Saben que no hay forma de que el régimen iraní pueda resistirse a la Fuerza Aérea de EEUU en una guerra. Todo el país sería bombardeado, igual que Iraq. No solo matarían a iraníes que sirven al gobierno como soldados, sino también matarían en bodas y otros “daños colaterales”. Matar a decenas de miles de iraníes en el proceso de destruir el país no se consideraría más grave que matar a iraquíes y destruir su país.
Esto es lo que todos deberían recordar: Ni Irán ni Iraq han atacado nunca a Estados Unidos. Irán no está aquí. Es el estado profundo de EEUU el que está aquí. La guerra de décadas de EEUU contra el pueblo iraní es solo otra expresión de lo que la conversión del gobierno de EEUU en un estado de seguridad nacional ha hecho a la moralidad y los valores del pueblo estadounidense.
Este artículo se publicó originalmente en The Future of Freedom Foundation.