La clasificación de «facilidad para hacer negocios» es una lista de países clasificados según lo fácil que resulta registrar, crear y mantener un negocio en ese país. Aunque su metodología no es perfecta, intenta tener en cuenta varios factores importantes, como el coste y el tiempo necesarios para crear un negocio, los registros de la propiedad, las cargas fiscales y el cumplimiento de los contratos. No debe sorprender que los países que rondan los primeros puestos de esta clasificación sean algunos de los más prósperos del mundo.
Los políticos suelen utilizar las mejoras en la facilidad para hacer negocios como promesa electoral para aumentar su popularidad. Afortunadamente, cuando algunos de estos programas se aplican correctamente y sirven para crear un entorno de negocios más libre, puede ser bueno para la prosperidad económica. Este fue el caso de la India, ya que las promesas de Narendra Modi de crear un mejor entorno de negocios tras su ascenso a primer ministro en 2014 coincidieron con un crecimiento económico sustancial a medida que las restricciones se hacían menos gravosas. Aunque a veces sea beneficioso, no deberíamos dar las gracias a los políticos por crear prosperidad económica simplemente interfiriendo menos de lo que lo harían en otras circunstancias.
Un buen entorno de negocios consiste en unos sólidos derechos de propiedad y libertad de asociación. Los gobiernos no pueden mejorar estos elementos y sólo pueden empeorarlos aplicando políticas que violen los derechos de propiedad o de asociación. Así pues, los gobiernos no contribuyen a facilitar la actividad de negocios. Contribuyen a la dificultad de hacer negocios al interponerse en el camino del libre mercado. Una explicación probable de la clasificación de la facilidad para hacer negocios pueden ser los factores culturales. Los países occidentales prosperan en las clasificaciones de facilidad para hacer negocios debido a una larga historia de derechos de propiedad. Por el contrario, los países asiáticos o africanos que no tienen una larga historia de derechos de propiedad o tienen una cultura más comunal tienden a sufrir debido a los efectos que dicha cultura tiene en la forma en que estos países ven a los empresarios de éxito.
Los países africanos, en particular, son propensos a tener una dificultad extrema para hacer negocios debido a los gobiernos autoritarios presentes en el continente. Entre los diez últimos países en la clasificación de facilidad para hacer negocios figuran ocho países africanos, junto con Venezuela y Timor Oriental. Como era de esperar, los inversores tienen miedo justificado de invertir en países donde no creen que sus actividades de negocios sean seguras. Ruanda, con treinta y ocho, es el país africano continental mejor clasificado y sólo ha llegado a serlo tras un largo proceso de reforma de sus leyes que reforzaron los derechos de propiedad en el país. Por desgracia, el ejemplo de Ruanda no es seguido por muchos otros países africanos, ya que la arraigada corrupción política obstaculiza una reforma similar. El pobre historial económico de África habla por sí solo.
Incluso entre los Estados que no son tan activamente despóticos como la mayoría de los subsaharianos, siguen siendo sólo menos parasitarios hacia la población en general y su bienestar. Aunque no es imposible perder la propiedad en los Estados Unidos (como demuestran los «derechos de los ocupantes»), sigue siendo bastante menos probable que en un país extremadamente corrupto, donde la expropiación de la propiedad es la norma y no la excepción. Por lo tanto, es importante señalar que los Estados no pueden contribuir a la facilidad de hacer negocios. Sólo pueden contribuir a crear dificultades adicionales e innecesarias para hacer negocios. El trabajo de los empresarios ya suele ser suficientemente duro. Imponer cargas adicionales a algunos de los miembros más productivos de la sociedad ahoga la prosperidad.
Al ofuscar lo que realmente hacen, los Estados pueden trasladar la culpa del estancamiento económico a factores distintos de sus propias políticas. Si un país desea lograr un buen entorno de negocios, no debe esforzarse por pedir a su gobierno que mueva montañas. Sólo tiene que pedir que el gobierno deje de entrometerse en los negocios a través de sus normas y reglamentos. En comparación con los países que recurren a intervenciones estatistas, los países que siguen el libre mercado obtendrán resultados considerablemente mejores al ofrecer a los empresarios productivos e innovadores menos resistencia cuando intentan crear valor.