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¿Por qué América carece de representación libertaria?

Quienes no estén familiarizados con la política electoral americana pueden sentirse desconcertados por las elecciones presidenciales de América. Últimamente, parece que la mayoría de las elecciones acaban con dos candidatos muy impopulares que ganan la nominación de su partido, pero sin que surja una tercera opción viable. Aunque los Estados Unidos permite que los candidatos se presenten como independientes o bajo las banderas de terceros partidos, estos candidatos rara vez tienen repercusión a nivel nacional.

Las razones para ello se encuentran en gran medida en la Constitución, pero también existen otras razones. Por ejemplo, el Colegio Electoral ha dificultado que algunos votantes voten a un candidato que no tiene ninguna posibilidad de ganar los votos del Colegio Electoral de su estado. Los EEUU es un país único en el sentido de que los votantes no votan al partido o candidato que desean, sino a una determinada lista de electores designados por cada candidato o partido. Estos electores suelen estar obligados por convención a votar por el candidato de su partido.

Los Estados Unidos se constituyó como una confederación de estados con una autoridad federal general muy difusa. Aunque los Federalistas ganaron ampliamente en la convención constitucional, los Antifederalistas consiguieron que la Constitución otorgara a los estados ciertos poderes y métodos de representación. Estos poderes y métodos se han ido erosionando a lo largo de los años, pero el Colegio Electoral se ha mantenido. El propósito del Colegio Electoral era garantizar que cada estado de la Unión viera valorados sus intereses, aunque algunos estados tuvieran una población mucho mayor. Cuando América era una verdadera confederación, esto tenía sentido. Este sistema de representación es similar al modo en que cada miembro de las Naciones Unidas tiene un voto igual, siendo los miembros permanentes del Consejo de Seguridad más iguales que los demás.

Este método era importante para muchos de los fundadores de América, ya que la Unión no era en sí misma una organización coercitiva, sino un método para que los estados cooperaran voluntariamente entre sí, siempre y cuando cada estado se sintiera representado por igual. Con esta intención en mente, se puede ver el valor potencial del Colegio Electoral. Desgraciadamente, al cambiar la mayoría de los estados a un método de adjudicación de votos electorales en el que el ganador se lo lleva todo, este método ha hecho que mucha gente se niegue a votar a candidatos que no tienen posibilidades de ganar el voto popular de su estado.

Muchos estados de la Unión solían aplicar un método de adjudicación proporcional: un candidato ganaba votos electorales en función del número de distritos electorales que ganaba, así como dos votos electorales si ganaba la votación en todo el estado. En la actualidad, la mayoría de los estados conceden sus votos electorales según el sistema de «el ganador se lo lleva todo», y sólo Maine y Nebraska mantienen el método proporcional. Este método es muy desfavorable para los candidatos que representan a determinadas regiones o grupos étnicos, o para los candidatos independientes o de terceros partidos.

De hecho, un independiente no ha ganado un voto electoral desde 1968 (George Wallace). Incluso los candidatos independientes que obtienen resultados razonablemente buenos tienen pocas probabilidades de conseguir votos electorales, salvo a través de los electores infieles. Por ejemplo, el candidato independiente Ross Perot obtuvo casi el 19% del voto popular en 1992, pero no consiguió ni un solo voto electoral.

Dado que EEUU no es un sistema parlamentario ni proporcional, los partidos y candidatos no necesitan buscar gobiernos de coalición. Esto no sólo hace inviables a los candidatos de terceros partidos e independientes, sino también a los candidatos que representan ciertas políticas menos populares. Teniendo esto en cuenta, los partidos Demócrata y Republicano suelen esforzarse por elegir candidatos de la gran coalición exclusivamente para las elecciones federales. Esto suele dejar fuera a los candidatos que representan ideas menos populares. Desgraciadamente, los libertarios rara vez encajan en la ideología de la gran tienda a la que se adhieren Republicanos y Demócratas.

Mientras que los libertarios que aspiran a la nominación de un partido mayoritario tienen la oportunidad de persuadir al electorado a través del escenario de debate de las primarias de su partido, los candidatos que se presentan como miembros del Partido Libertario tienen problemas aún mayores. No sólo la mayoría de los estados tienen un sistema electoral que favorece fuertemente la dinámica bipartidista, sino que la mayoría de los estados también tienen obstáculos para entrar en su papeleta presidencial. Algunos exigen que un determinado porcentaje del electorado firme una petición para que un candidato pueda presentarse a las elecciones. Otros se fijan en los resultados de un partido en unas elecciones estaduales o en el número de personas inscritas en ese partido a nivel estadual. Estos obstáculos suelen ser costosos de superar, lo que hace que muchos candidatos no figuren en las papeletas electorales a través de los EEUU. Los debates presidenciales también tienen requisitos muy estrictos para permitir la participación de candidatos independientes.

Las encuestas suelen mostrar que la mayoría de la población desea más partidos o candidatos independientes viables, pero esto no suele ser evidente el día de las elecciones. Ante la aversión a uno de los principales candidatos, muchos votantes no están dispuestos a votar a un candidato menos viable electoralmente; en su lugar, optan por «el menor de dos males», es decir, el candidato del otro partido mayoritario. Incluso en estados que no son tradicionalmente competitivos, muchos votantes simplemente no están dispuestos a votar a nadie que no sea republicano o demócrata. Las razones exactas son objeto de debate, pero hay posibles soluciones que pueden dar lugar a una oferta más diversa para los americanos el día de las elecciones.

La solución más sencilla sería probablemente instituir el voto por orden de preferencia en el mayor número posible de estados. En la actualidad, unos pocos estados utilizan este método, que es muy nuevo para el electorado americano. Este método permitiría a los votantes clasificar a sus candidatos por orden de preferencia, y el candidato más viable se llevaría la votación tras varias rondas de desempate automático. Esto significaría esencialmente que un votante podría dar su máxima preferencia a su candidato ideal, sin dejar de clasificar a un candidato más viable por encima de sus candidatos menos favoritos.

Otra posibilidad sería que los estados volvieran al método proporcional, lo que permitiría a los candidatos competir por los distritos del Congreso además de por los estados. Alternativamente, los votos electorales podrían concederse proporcionalmente en cada estado, y cada candidato obtendría el porcentaje de votos del Colegio Electoral correspondiente a su porcentaje de voto popular. Los Estados Unidos también podría cambiar a un método que refleje algunos aspectos de un gobierno parlamentario. El presidente podría ser elegido por el Congreso de EEUU, en lugar de por un colegio electoral. Muchos sistemas parlamentarios incluyen salvaguardias para garantizar que los partidos y candidatos minoritarios reciban un número proporcional de escaños en su cámara. Esta opción puede socavar algunas protecciones de la soberanía estadual, pero se podría argumentar que esas protecciones ya han desaparecido en gran medida.

La verdadera razón por la que el libertarismo es políticamente impopular en los Estados Unidos es mucho más complicada, pero un cambio en la política electoral puede resolver algunos de sus problemas. Los cambios en los métodos electorales no son en realidad tan difíciles en muchos estados. Varios estados han cambiado a una forma de votación por orden de preferencia muy recientemente, y los estados cambian regularmente sus requisitos para el acceso a las urnas. Por desgracia, es probable que el sistema bipartidista siga siendo la norma en América hasta que muchos más estados cambien sus sistemas electorales de forma significativa.

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