La construcción de modelos econométricos trata de producir un laboratorio con variables controladas. Mediante métodos matemáticos y estadísticos, un economista establece relaciones funcionales entre diversas variables económicas.
Por ejemplo, los gastos de consumo personal están relacionados con la renta personal disponible y los tipos de interés, mientras que las inversiones en capital fijo se explican por el stock pasado de capital, los tipos de interés y la actividad económica. Un grupo de estas relaciones estimadas constituye un modelo econométrico.
La comparación de la bondad del ajuste de la simulación dinámica con los datos reales es un criterio importante para evaluar la fiabilidad de un modelo. (En una simulación estática, el modelo se resuelve utilizando variables reales retardadas. En una simulación dinámica, la solución se obtiene empleando variables retardadas calculadas a partir del modelo).
La prueba final del modelo es su respuesta al cambio de una variable política, como un aumento de los impuestos o de los gastos públicos. Mediante una evaluación cualitativa, el constructor del modelo decide si la respuesta es razonable o no. Una vez que el modelo se ha construido con éxito, está listo para ser utilizado.
¿Es válido el método matemático en economía?
Sin embargo, la modelización econométrica emplea una metodología poco sólida al tratar de captar el comportamiento humano mediante métodos matemáticos y estadísticos. Al aplicar las matemáticas, los economistas de la corriente dominante intentan emular a las ciencias naturales, donde el empleo de las matemáticas permite a los científicos formular la naturaleza esencial de los objetos.
Las ecuaciones matemáticas captan la respuesta de los objetos a un estímulo determinado. En consecuencia, se obtendrá la misma respuesta repetidamente dentro de estas condiciones dadas. Sin embargo, el mismo planteamiento no es válido en economía, ya que ésta se ocupa de la acción humana, no de los objetos.
La principal característica o naturaleza de los seres humanos es que son animales racionales, que utilizan la mente para mantener la vida. La mente humana no está configurada para seguir un procedimiento automático, sino que cada individuo emplea su mente según sus propias circunstancias. Así pues, es imposible captar la naturaleza humana mediante fórmulas matemáticas, como se hace en las ciencias naturales. Los individuos pueden elegir acciones contrarias a las observaciones del pasado y, dado que los seres humanos tienen naturalezas únicas, el análisis económico sólo puede ser cualitativo.
Además, la búsqueda del análisis cuantitativo implica que es posible asignar números que puedan someterse a todas las operaciones de la aritmética. Para ello, es necesario definir una unidad fija objetiva, pero tal unidad objetiva no existe en el ámbito de las valoraciones humanas. Sobre esto Ludwig von Mises escribió: «No hay, en el campo de la economía, relaciones constantes, y en consecuencia no es posible ninguna medida.»
No existen normas constantes para medir las mentes, los valores y las ideas de las personas. Las valoraciones son la forma en que los individuos conscientes y con propósito evalúan la realidad. Una vez que alguien establece los hechos, valora cuáles de esos hechos establecidos le ayudarán a alcanzar los fines que ha elegido.
Los objetivos individuales determinan las normas de valoración
Los objetivos individuales marcan la pauta para valorar los hechos. Por ejemplo, si alguien desea mejorar su salud, tratará de encontrar lo que la beneficia y lo que no. De los productos que se espera que le beneficien, algunos son más eficaces que otros, aunque es imposible cuantificar esta eficacia. Lo único que se puede hacer es clasificar estos productos según su eficacia percibida.
El uso de las matemáticas en el análisis económico plantea otro problema. Las funciones matemáticas implican que las acciones humanas son puestas en movimiento por factores mensurables. Sin embargo, contrariamente a la forma matemática de pensar, las compras individuales de bienes no están «causadas» por cambios en la renta real o algo similar. Por el contrario, cada persona decide qué parte de una renta determinada destinará al consumo y qué parte al ahorro. Si bien es cierto que los individuos responden a los cambios en sus ingresos, la respuesta no es automática, y no puede ser capturada por una fórmula matemática. El aumento de los ingresos no implica automáticamente que el gasto de consumo siga el mismo camino, ya que una persona evalúa un aumento de los ingresos a la luz de sus objetivos.
La validez de la probabilidad en economía
La econometría depende de la probabilidad, que es la proporción de veces que se produce un suceso entre numerosos ensayos, como determinar la probabilidad de obtener cara el 50% de las veces que se lanza una moneda. Esto no significa que al lanzar una moneda diez veces se obtengan siempre cinco caras. Sin embargo, si el experimento se repite un gran número de veces, es probable que se obtenga el 50 por ciento. Cuanto mayor sea el número de lanzamientos, más probable será la aproximación.
Alternativamente, supongamos que en una zona determinada la probabilidad de que se incendien casas de madera es de 0,01. Esto significa que, basándonos en la experiencia, el 1% de las casas de madera se incendiarán. Esto significa que, según la experiencia, por término medio se incendiará el 1% de las casas de madera. Esto no significa que este año o el siguiente el porcentaje de casas que se incendien sea exactamente del 1%. El porcentaje puede ser del 1% cada año o no. Sin embargo, a lo largo del tiempo, la media de estos porcentajes será del 1%. Esta información, a su vez, puede convertirse en el coste de los daños por incendio, estableciendo así los argumentos a favor de asegurar contra el riesgo de incendio.
Los propietarios de casas de madera pueden decidir protegerse contra el riesgo de incendio creando un fondo. Cada propietario de una casa de madera contribuirá al fondo según una determinada proporción de la cantidad total de dinero necesaria para cubrir los daños de aquellos propietarios cuyas casas resulten dañadas por el fuego.
Obsérvese que el seguro contra el riesgo de incendio sólo puede tener lugar porque conocemos su distribución de probabilidad y porque hay suficientes propietarios de casas de madera como para repartir entre ellos el coste de los daños por incendio de modo que la prima no sea excesiva. Los propietarios de casas de madera son todos miembros de un grupo o clase particular que se verá afectado de forma similar por un incendio. Sabemos que, por término medio, el 1% de los miembros de este grupo se verán afectados por el fuego. Sin embargo, no sabemos exactamente quiénes serán. Lo importante para el seguro es que los miembros de un grupo sean homogéneos respecto a un suceso concreto.
En economía, sin embargo, no tratamos con casos homogéneos. Cada observación es un acontecimiento único, no repetible, causado por una respuesta individual concreta. En consecuencia, no puede establecerse ninguna distribución de probabilidades.
Tomemos como ejemplo las actividades empresariales. Si estas actividades fueran repetibles con distribuciones de probabilidad conocidas, los empresarios serían innecesarios. Al fin y al cabo, un empresario organiza sus actividades para averiguar las elecciones futuras de los consumidores. Las necesidades de los consumidores nunca son constantes con respecto a un bien concreto. Por lo tanto, las actividades humanas no pueden analizarse del mismo modo que los objetos. Para dar sentido a los datos históricos, hay que escudriñarlos no mediante métodos matemáticos y estadísticos, sino tratando de comprender cómo surgieron.
La economía no es producto interior bruto, sino conducta intencionada
Los modelos econométricos suelen diseñarse teniendo en cuenta el pensamiento económico keynesiano. La variable principal de muchos de estos modelos es el producto interior bruto, que se describe en el marco del modelo mediante las interacciones entre diversos datos globales conocidos como agregados.
La interacción entre diversos agregados en el marco del modelo da la impresión de que la economía gira en torno al producto interior bruto y no a los seres humanos. Además, dado que los seres humanos ejercen la libertad de elección, el análisis de las políticas mediante modelos es sospechoso. Después de todo, suponer que un cambio en la política gubernamental dejaría intacta la estructura de ecuaciones significaría que los individuos de la economía dejarían de estar vivos y, de hecho, quedarían congelados.
Conclusión
El uso de la econometría en economía intenta crear un laboratorio en el que se puedan realizar experimentos controlados. Sin embargo, la modelización econométrica emplea una metodología poco sólida: trata de captar el comportamiento humano mediante métodos matemáticos y estadísticos sin tener en cuenta lo que sabemos sobre la acción humana.