A principios de año impartí en mi instituto un breve curso sobre los Principios de economía de Carl Menger para científicos e ingenieros. El curso fue breve y me centré únicamente en ideas relevantes para los investigadores de ingeniería y ciencias naturales. Una de las ideas de las que hablamos fue oferta y demanda, para relacionarla con la oferta y la demanda de cosas relacionadas con la investigación: el trabajo de los investigadores, los artículos de investigación sobre temas concretos, etc.
Lo que les dije es que la oferta y la demanda no son tan sencillas como cabría esperar a primera vista. Solemos imaginar que el precio de un artículo aumenta si la gente lo «demanda» más. Lo que ocurre en realidad no es el precio de los artículos en su estado actual, sino su precio en una situación en la que todo lo demás se mantiene igual. Al igual que en un experimento científico, intentamos mantener todas las cosas constantes en la medida en que se nos permite, y según nuestras mejores estimaciones, hacemos lo mismo al analizar el precio de un bien o servicio. Hay muchos otros factores que afectan al precio de un artículo además de cuánta gente está dispuesta a comprarlo, pero en aras de la simplicidad, los introducimos a medida que avanzamos.
Cuando pregunté a los asistentes al curso si tenían alguna duda, alguien comentó: «Estas teorías son abstractas y podrían no ser válidas en Kuwait». Le pregunté al ingeniero: «¿Por qué?». Invocó el caso clásico del sánduche de falafel.
El curioso caso del sánduche de falafel
Durante el reinado del emir Jaber Al-Ahmad Al-Sabah, según cuenta la historia, dictó por decreto que un sánduche de falafel no debía venderse por encima del precio de cien fils (unos treinta y tres céntimos de euro). Su razonamiento era que estos sánduches eran básicos en la cocina árabe, consumidos a diario por miles de personas, y su producción era muy barata, por lo que ningún restaurante debía cobrar más de 100 fils por sánduche. El precio se mantenía por decreto, y ésa es la razón por la que los sánduches de falafel eran tan baratos en Kuwait.
La mayoría de los restaurantes que sirven sánduches de falafel sirven muchos otros productos baratos, como sánduches de patata y berenjena, perritos calientes y sánduches de queso halloumi y tomate. Esto es algo que el lector debe tener en cuenta. Otra cosa es que el decreto 10 de 1979 también enumera los precios de muchos otros artículos que los restaurantes tienen que respetar. También hay muchos calificativos, uno de los cuales es que los restaurantes son libres de cobrar precios más altos por los sánduches de falafel «especiales», que vienen en pan saj o con otros condimentos. El decreto dice específicamente sánduches de falafel y ensalada, y cualquier añadido podría ser un asunto completamente distinto. En 2013 se publicó una revisión de la ley con más detalles y calificaciones, que otorgaba al ministro de Comercio e Industria todo tipo de controles sobre todos los bienes y servicios, por el bien común, claro.
Decretos de precios, coacción y causalidad
¿Cómo pone un minorista el precio de sus artículos? No puede poner cualquier precio arbitrariamente. Tiene que fijarse en tres cosas en general: (1) el saldo de su ecuación contable para saldar su pasivo y su patrimonio; (2) como Menger como lo llama Menger, los diferentes grados de vendibilidad de las mercancías en cuestión; y (3) su perspectiva empresarial.
El minorista sólo puede perder dinero en pasivos durante un tiempo antes de quebrar, y si no obtiene suficientes ingresos después de pagar sus pasivos para reintegrarlos en sus retornos no distribuidos, no podrá reparar sus activos depreciados y no pagará lo suficiente a sus accionistas. Además, el minorista tiene que considerar la comerciabilidad de su mercancía; si vende sus artículos por encima del precio de mercado, es importante que añada suficiente valor a los artículos para que los consumidores los acepten en su condición de precio superior al de mercado. Por último, el minorista puede decidir vender algunos artículos a un precio inferior al de mercado en función de sus perspectivas empresariales. Veámoslo con más detalle.
Por decreto, el precio de un sánduche estándar de falafel no puede superar los cien fils. Sin embargo, el decreto no obliga a ningún restaurante a vender sánduches de falafel. El restaurante podría perfectamente perder dinero con cada sánduche, pero entiende que los consumidores pueden comprar sus sánduches junto con otros artículos que hagan lucrativo todo el chollo. El restaurante también puede reducir la cantidad o la calidad de los ingredientes de los sánduches, que es lo que los economistas llaman «contracción». Si en última instancia el restaurante no puede hacer un lucro, o servir a una causa digna en opinión de sus propietarios, vendiendo sánduches de falafel, no importa cuál sea el precio decretado: el restaurante dejará de vender estos artículos.
Es importante señalar aquí que el decreto no provoca que el precio del sánduche sea de cien fils; las acciones de los propietarios se basan en los tres puntos detallados anteriormente. Para considerar la causalidad, tenemos que tener en cuenta el concepto filosófico de libertad de espontaneidad. El propietario, en tanto que empresario, tiene muchas opciones para elegir sin dejar de ejercer sus actividades culinarias y económicas. Sólo se verá obligado a tomar una decisión cuando ya no le queden más opciones que acatar el decreto. Aun así, puede optar por cerrar su restaurante, venderlo a un comprador o liquidar sus activos, aunque sea por un precio reducido. Sin embargo, dada su elección inicial de tener un restaurante y elegir vender falafels, los libertarios siguen sosteniendo que no debería estar sujeto a los caprichos y controles arbitrarios de políticos y burócratas. Tampoco debería estar sometido a coacciones, como en los muchos casos en que se obliga a los minoristas a seguir vendiendo sus artículos a los mismos precios que antes.
Economía y sánduches de falafel
¿Puede la economía explicar por sí sola los precios de los sánduches de falafel? Por supuesto que sí. Aunque un decreto oficial es relevante en este caso, no puede ser la causa de que el precio del artículo se fije en un valor numérico concreto, ya que pueden tomarse muchos otros caminos.
Menger afirma que el precio de un artículo en el mercado depende de «la cantidad y la naturaleza de las limitaciones impuestas política y socialmente al intercambio y al consumo con respecto a la mercancía en cuestión». Además, afirma que la comerciabilidad de los artículos está condicionada por «las diferencias en las restricciones impuestas a la intercomunicación comercial con respecto a las distintas mercancías, al comercio interlocal y, en particular, al internacional» y las «restricciones impuestas política y socialmente a su transferencia de un período de tiempo a otro». En efecto, estas cosas afectan al precio y a la comerciabilidad de un sánduche, pero ni son la única causa ni son el factor determinante más importante. Por lo tanto, el decreto por sí solo no basta para ser la causa directa del precio actual del sánduche de falafel; de hecho, el precio del sánduche puede entenderse claramente mediante un análisis económico sólido.