Desde que tengo uso de razón, ha habido un notable desequilibrio entre la atención y el crédito que se presta al lado de la demanda de la economía en comparación con el lado de la oferta. Intento que mis alumnos vean que este último es tan importante como el primero.
Parte de este esfuerzo consiste en destacar el riesgo asumido al crear la oferta y llevarla al mercado. Los recientes sucesos ocurridos cerca de El Álamo han puesto de manifiesto la falta de respeto que sufren los empresarios y las pequeñas empresas.
Tras años de intentos infructuosos por parte de la Oficina General de Tierras de Texas (GLO) y el Alamo Trust para persuadir a Vince Cantu de que vendiera su bar, Moses Rose’s Hideout, el ayuntamiento de San Antonio (actuando en nombre de la GLO de Texas y el Alamo Trust) votó 9 a 2 a favor de autorizar la expropiación de su bar para dar paso a su museo y centro de visitantes del Álamo.
La última oferta del Alamo Trust fue de 3,5 millones de dólares, frente a los «ridículos» 17 millones que pide el Sr. Cantu. Una de las víctimas de toda esta saga es una noción básica del coste de oportunidad.
Parte de la cifra que ha calculado el Sr. Cantú tiene en cuenta lo que cree que perdería dado el «éxito económico esperado» de la inminente renovación de los terrenos del Álamo. Pero también hay que tener en cuenta todo el trabajo que ha realizado para que su negocio tenga éxito.
Los emprendedores como el Sr. Cantu son una especie rara dado su alto umbral de riesgo. Renuncian a un sueldo fijo, comprometen ahorros sustanciales o contraen deudas incalculables y dedican horas interminables a llevar una idea a buen puerto. Una empresa es, en esencia, un hijo más de la familia.
Aunque algunos medios de comunicación opinan que el bar del Sr. Cantu es «uno más» de los cincuenta que hay en el centro de la ciudad, da trabajo a gente, alimenta a familias y ayuda a los estudiantes a ir a la escuela.
Una de las partes que parece entender economía 101 es el Alamo Trust. Han declarado que «sin los ingresos por entradas del cine 4D, todo el proyecto se vuelve inviable».
Esto cuestiona la conveniencia de invocar el dominio eminente.
La Constitución de EEUU permite tales confiscaciones en interés del «uso público», aunque no «sin justa compensación». Esta podría ser una oportunidad para que el Tribunal Supremo revisara el controvertido caso Kelo contra la ciudad de Nueva Londres de hace casi dos décadas. El tribunal justificó esta toma por 5-4 alegando que el beneficiario fomentaría el «desarrollo económico», lo que a su vez se calificaba de uso público.
El gobierno suele confiscar propiedades con la justificación de que es necesario para que el Estado proporcione bienes públicos, que generalmente se entienden como bienes de los que el público en su conjunto se beneficia directamente pero que ningún individuo paga por sí solo: carreteras, ferrocarril, control de inundaciones, etc. En otras palabras, bienes y servicios públicos básicos.
Proporcionar «espacios comerciales y para eventos privados» no es eso.
Para la GLO de Texas y el Alamo Trust afirmar que sin la propiedad del Sr. Cantu, «el apoyo de la ciudad / estado» para el proyecto sería necesario es un engaño y un insulto a los contribuyentes. Pero entonces, el contribuyente ya ha sido sacado como un hombre de paja aquí.
La preocupación por la «codiciosa . . extorsión del contribuyente» es curiosa. Si eso y el «desarrollo económico» son preocupaciones genuinas, ¿por qué no denunciar la extorsión de los contribuyentes en el proceso de evaluación del impuesto sobre bienes inmuebles?
De hecho, la única razón por la que el contribuyente se vio abocado a esta situación fue la mano dura de la ciudad y el Estado.
Por desgracia, el Sr. Cantu no es más que un inquilino no deseado del que hay que deshacerse. Si eso es lo que la GLO de Texas, el Alamo Trust y el ayuntamiento de San Antonio piensan de él, ¿qué deben pensar de cualquier otra persona que proteste en defensa de su propiedad y de que le arrebaten por la fuerza su medio de vida?
