El renacimiento de la política industrial ha sido promovido por una generación de intelectuales públicos con considerables intereses financieros, ya que son consultores bien pagados de los gobiernos.
Nuestro nuevo libro, Moonshots and the New Industrial Policy: Questioning the Mission Economy, analiza críticamente el renacimiento del capitalismo de Estado y las políticas industriales intervencionistas. El libro cuenta con contribuciones de 23 académicos diferentes, está publicado por Springer y está disponible para descarga gratuita.
En un capítulo, el sociólogo Olof Hallonsten analiza el papel de los intelectuales públicos. Las conclusiones de Hallonsten coinciden con el razonamiento de Friedrich Hayek en su artículo de 1949 «Los intelectuales y el socialismo», donde argumenta de manera convincente que los intelectuales ejercen el poder a través de «la formación de la opinión pública».
Hallonsten escribe :
…ha surgido un nuevo tipo de intelectuales públicos, generalmente con una formación y una carrera académica paralela en el ámbito empresarial o económico, que promueven un mensaje simplificado y de fácil comercialización y gozan de un estatus de celebridad contemporánea que recuerda a las estrellas del pop. Ofrecen asesoramiento —tanto solicitado como no solicitado— a los gobiernos y sus organismos cuando estos emprenden iniciativas de políticas de innovación.
En materia de política industrial y acuerdos verdes, los principales intelectuales públicos son economistas famosos, en particular la economista italo-británica Mariana Mazzucato y el profesor de Harvard Dani Rodrik. Estos últimos han desempeñado un papel decisivo en la legitimación del crecimiento de nuevos programas gubernamentales. Mazzucato ha promovido políticas industriales a gran escala bajo lemas como «política de innovación orientada a una misión» y «el Estado emprendedor».
Estos nuevos académicos estrella del rock tienen un tremendo impacto en el discurso público. Hallonsten proporciona algunas cifras indicativas para ilustrar su poder. Mazzucato tiene más de 250.000 seguidores en X y, según All American Entertainment (AAE), cobra entre 50.000 y 100.000 dólares por discurso. Tras haber asesorado a la Comisión Europea y a muchos gobiernos de todo el mundo, ha tenido un impacto considerable tanto en el discurso público como en las políticas gubernamentales.
En una publicación de blog de 2016 en el sitio web de Nesta, una fundación gubernamental del Reino Unido que apoya la innovación, el director ejecutivo Geoff Mulgan analizó el surgimiento de una «nueva generación de intelectuales públicos» que están ganando una amplia atención al vender libros en grandes cantidades, dar charlas en TED y eventos similares y alcanzar el estatus de estrella.
Mulgan menciona un intercambio que tuvo con Samuel P. Huntington, —un reconocido politólogo y asesor de personalidades de la élite como el presidente de los EEUU, Jimmy Carter—, más conocido por su influyente libro El choque de civilizaciones (1996). Huntington, —considerado un intelectual público—, supuestamente habló sobre el ascenso de intelectuales públicos famosos que lograron escapar de los confines tradicionales de la academia.
Huntington observó que muchos de sus colegas se habían cansado del riguroso escrutinio asociado con la vida académica y habían adoptado un estilo de vida parecido al de las celebridades, asistiendo a eventos sólo como oradores principales y relacionándose exclusivamente con admiradores. Advirtió que esta tendencia estaba convirtiendo a los pensadores brillantes en artistas que estaban perdiendo su rigor intelectual.
A partir de esta conversación, Mulgan introduce el concepto de «trampa de vanidad» en la que pueden caer los intelectuales públicos, y lo contrasta con el «igualitarismo rudo» de la vida académica, en la que incluso los profesores más distinguidos deben enfrentarse a las críticas, independientemente del estatus del crítico. Mulgan sostiene que para algunos intelectuales públicos «se aplican reglas diferentes» — desarrollan el hábito de ignorar a los críticos, posiblemente para evitar exponer los fundamentos débiles o las simplificaciones excesivas de sus argumentos.
Mulgan tiene razón al afirmar que los intelectuales públicos deberían hacer un esfuerzo serio por responder a sus críticos. Sugiere que el hecho de no hacerlo podría deberse a la «trampa de la vanidad», según la cual los intelectuales públicos se vuelven «demasiado importantes para participar en el debate», se centran excesivamente en mantener su marca, son reacios a admitir errores y, por lo tanto, en última instancia, se convierten en «enemigos del conocimiento».
El resurgimiento de la política industrial a gran escala merece ser analizado, especialmente si se tiene en cuenta lo disfuncional que resultó ser en los años 1970. Existen considerables problemas de conocimiento y de incentivos asociados con el hecho de que el Estado indique las direcciones que debe seguir la economía. Moonshots and the New Industrial Policy señala algunos ejemplos de programas gubernamentales fallidos, como la ayuda exterior de los EEUU, la guerra de los Estados Unidos contra las personas sin hogar y los desastrosos intentos de Brasil de revitalizar la deteriorada industria naviera del país.