La Reserva Federal ha dedicado toda una sección de su sitio web a ofrecer información sobre su próxima moneda digital de banco central (CBDC). La primera frase de la página recuerda a los lectores:
... la Reserva Federal no ha tomado ninguna decisión sobre si perseguir o implementar una moneda digital del banco central, o CBDC, hemos estado explorando los beneficios y riesgos potenciales de CBDC ...
Su declaración debe abordarse con escepticismo. Si bien es cierto que la Fed sigue investigando y perfeccionando su Fedcoin, de formas aún inimaginables para el público, sería ingenuo suponer que el banco central más poderoso del mundo descartaría la idea de emitir su propia CBDC.
Un enlace a su informe de 40 páginas titulado: Money and Payments: The U.S. Dollar in the Age of Digital Transformation (Dinero y pagos: el dólar de EEUU en la era de la transformación digital). El resumen ejecutivo nos informa:
La Reserva Federal, como banco central de la nación, trabaja para mantener la confianza del público fomentando la estabilidad monetaria, la estabilidad financiera y un sistema de pagos seguro y eficiente.
Esta afirmación plantea un reto, ya que una comprensión más profunda de la banca central revela la incompatibilidad inherente entre el ciclo de auge y caída y otras externalidades negativas, frente a los principios de confianza pública y estabilidad financiera.
Publicado en enero del año pasado, el plazo de presentación pública de 120 días ha finalizado, pero los comentarios siguen estando a disposición del público. Abarcando nueve documentos PDF, de entre 400 y 800 páginas cada uno, el mero volumen de comentarios plantea dudas sobre la utilidad de este ejercicio. No está claro si alguien en la Reserva Federal ha leído los comentarios, e incluso si lo han hecho es difícil imaginar cómo estos comentarios podrían influir significativamente en los resultados.
En la sección de preguntas frecuentes se esbozan varios principios que guían el proceso de toma de decisiones:
- proporcionan beneficios a los hogares, las empresas y la economía en general que superan cualquier coste y riesgo;
- de estos beneficios de forma más eficaz que los métodos alternativos;
- complementar, más que sustituir, las formas actuales de dinero y los métodos de prestación de servicios financieros;
- proteger la intimidad de los consumidores;
- proteger contra la actividad delictiva; y contar con un amplio apoyo de las principales partes interesadas.
Naturalmente, presentarán ideas como la seguridad y la protección como justificaciones, pero esto implica ceder nuestra protección de la intimidad a un banco central. Sin embargo, cuando invocan la necesidad de protección frente a actividades delictivas, el camino se vuelve realmente precario. Pensemos en lo ocurrido en Canadá, donde los camioneros que protestaban contra el gobierno fueron calificados de delincuentes y se les congelaron las cuentas bancarias. Cabe preguntarse si el Gobierno de EEUU recurriría alguna vez a medidas tan draconianas.
A modo de recordatorio, el informe de 40 páginas esboza el siguiente punto clave:
La Reserva Federal no tiene intención de proceder a la emisión de un CBDC sin un apoyo claro del poder ejecutivo y del Congreso, idealmente en forma de una ley específica que lo autorice.
El camino a seguir por las leyes sobre CBDC es incierto, y está por ver cómo se configurarán en los próximos años. Es poco probable que ningún presidente o Congreso en ejercicio, independientemente de su afiliación partidista, impida la emisión de la stablecoin de la Fed.
Sin embargo, no cabe duda de que surgirán problemas éticos y de privacidad en torno a las monedas digitales. Incluso si se promulgan leyes, existe la posibilidad de que otras agencias gubernamentales como la NSA encuentren formas de eludir dicha legislación.
La llegada de Fedcoin es inevitable, por lo que plantea una pregunta importante: ¿cuál será el alcance de sus consecuencias negativas para nuestras libertades civiles y el sistema financiero?