¿Quién creería que hemos llegado tan lejos?
Han pasado 6 meses de contracción cuantitativa oficial (QT). La Fed ha estado haciendo lo que dijo que haría (es decir, sus acciones, no sus resultados).
La reducción de activos en el mes de noviembre fue de casi 80.000 millones de dólares. Del 2 al 30 de noviembre, el saldo del Tesoro de EEUU (UST) se redujo en unos 60.000 millones de dólares y el de los valores respaldados por hipotecas (MBS) en unos 20.000 millones.
Al cabo de medio año se aprecia predominantemente el giro gradual (temporal) del balance:
En un mundo casi perfecto no existiría la Reserva Federal; mientras que, en uno menos perfecto, existiría, pero neutralizada de la capacidad de alterar la oferta monetaria. Pero éste no es ese mundo y en él se liberaron 8 billones de dólares, debilitando el dólar, encareciendo los activos y aumentando al mismo tiempo el coste de la vida.
Los doctores más condecorados de la corriente dominante, los ganadores del Premio Nobel y los expertos muy bien pagados de la televisión no mencionarán nada de esto. Los asuntos económicos del mundo real, la verdad, ni les concierne ni forma parte de la descripción de su trabajo. Lo llamarán «QE» o «estímulo», mientras tratan de racionalizar el monopolio gubernamental de la Fed sobre su moneda. En cuanto a la causa de los auges y las crisis, encontrarán cualquier otra razón para culpar excepto a la Reserva Federal.
El proceso de acuñar billones de dólares suele resultar lucrativo para los bancos centrales. Sin embargo, hay ocasiones, como este año, en que empiezan a reducir su balance. Las cantidades adeudadas a la Fed se devuelven del sistema y la Fed elimina parte de este dinero. La Fed compra menos títulos (deuda), los tipos de interés suben, la curva de rendimientos se invierte y como se suele decir: «el arreglo está hecho».
Sin embargo, incluso las instituciones más poderosas del mundo deben enfrentarse a la realidad económica de vez en cuando. Y he aquí que descubrieron que, cuando el dinero entraba a raudales en el sistema, era mucho más fácil obtener beneficios. Ahora, con los tipos de interés al alza y un balance cada vez más reducido, la mágica técnica de la máquina del dinero no parece funcionar tan bien.
En 2022 hemos llegado a una fase en la que los mayores bancos centrales están sufriendo pérdidas. Ayer mismo Alex J. Pollock y Paul H. Kupiec escribieron un artículo increíble: Central Banks: Profligacy in Lockstep en el que compartían algunas de las pérdidas que soportan ahora los bancos centrales. Las cifras son asombrosas:
Los estados financieros del Banco Nacional Suizo (BNS) correspondientes a los nueve meses que finalizaron el 30 de septiembre de 2022 arrojan una pérdida final de 150.000 millones de dólares.
En cuanto a la Fed:
...estimada en una notable pérdida de 1,3 billones de dólares en octubre de 2022. Esto es 30 veces el capital total de la Fed de 42.000 millones de dólares.
Por suerte, los trucos contables funcionan mucho mejor en América. A diferencia del banco central suizo, que debe mostrar la pérdida en sus libros, la Reserva Federal no lo hace. Como cualquier perdedor de acciones puede atestiguar, ¡sólo es una pérdida cuando vendes!
Así que aquí estamos. Ha transcurrido más de medio año de reducción del balance. Hay que tener en cuenta las oscilaciones del mercado bursátil, el miedo en el mercado inmobiliario, el aumento de la carga de la deuda a la que se enfrenta la mayoría de la gente y las grandes quiebras como la de FTX, que siguen amenazando al sistema. En cuanto a la deflación de precios, nadie debería contener la respiración al respecto.
El año ha sido increíble y aún quedan algunas semanas. Seré el primero en decir que nunca creí que pudiéramos llegar a 6 meses de QT, pero sin duda, no podemos aguantar otros 6 meses más así... ¿o sí?