Auges y caídas

Los tipos de interés más bajos no harán que una economía crezca. Lo que importa es el ahorro real.

Lo que observamos hoy es una lucha desesperada contra la deflación. Sabemos que esta situación es insostenible, pero no sabemos a qué lado caerá el globo.

El periodista brasileño André de Godoy entrevista al economista y académico del Instituto Mises Antony Mueller sobre la naturaleza del dinero, la banca y los precios.

Los bancos centrales están impulsando la inflación de los precios de los activos en las acciones y los bienes raíces. Eso significa que la gente que tiene esos activos se hace más rica. Pero todos los demás sólo obtienen precios más altos.

Los bancos centrales no han hecho nada para terminar el ciclo de auge y declive. En cambio, sus inescrupulosas intervenciones en los mercados de crédito sólo prolongan el auge. Pero es un gran error asumir que llevar las tasas de interés del mercado a cero creará un auge perpetuo.

No es el dinero lo que financia la actividad económica, sino la reserva de bienes de consumo. La existencia de dinero sólo facilita el flujo de ahorros. Cualquier intento de reemplazar los ahorros con dinero termina en un desastre económico.

Nuestra defectuosa medida económica llamada PIB conduce a una visión defectuosa y sesgada de la economía en la que el gasto del consumidor es la medida más importante.

Para eliminar la amenaza de estancamiento secular, lo que se requiere es reducir los desembolsos del Estado y cerrar todas las brechas para la creación de dinero de la nada.

Muchas hipotecas no sólo han sido modificadas una vez, sino dos veces, y a veces más. Los administradores de préstamos están manteniendo hipotecas de alto nivel en lugar de ejecutar la hipoteca una década después de la caída. Por lo tanto, hay un montón de inventario de sombras al acecho, esperando el próximo choque.

Después de haber permanecido inactivo durante varios años tras la Gran Recesión, el mercado de las hipotecas de alto riesgo ha vuelto con fuerza. Las hipotecas de alto riesgo se han convertido en algo común en todas las facetas de la industria crediticia, y deberíamos estar aterrorizados.