Guerra y política exterior

David Gordon reseña el libro War with Russia? From Putin & Ukraine to Trump & Russiagate. Por Stephen F. Cohen.

Las revoluciones liberales que allanaron el camino para la revolución industrial fueron características de un gran progreso contra el Estado. Como señaló Lord Acton, una continuación de este espíritu revolucionario es nuestra mejor esperanza contra el Estado.

Para restaurar la libertad en nuestra era, debemos construir empresas genuinamente privadas e instituciones independientes.

Los custodios profesionales de las visiones estadounidenses de la historia siempre han calificado a los mismos presidentes como “grandes”. Son siempre los presidentes que abusaron frecuentemente del poder y los que más expandieron el poder público.

Mises escribió este ensayo en 1940 desde Ginebra, donde vivió después de que los nazis lo forzaron a salir de Austria y su departamento fue saqueado por tropas alemanas.

Los desacuerdos entre libertarios y realistas son un problema. Pero en el entorno actual, no me parecen un problema especialmente grande, al menos por ahora.

La creciente aceptación de las intervenciones “humanitarias” hacen que se esté eliminando la soberanía nacional como baluarte contra grandes estados expansionistas en el orden internacional.

Los que actualmente abogan por nuevas intervenciones en Siria y Venezuela tienen poco interés en confrontar honestamente los costos reales de la intervención. Todo lo que ven son las ventajas políticas de decir que «hicieron algo», incluso si esas cosas resultaran ser desastrosas.

Una de las dictaduras islámicas más militaristas del mundo, Arabia Saudita, ejerce presión en Washington para aumentar el gasto militar de los Estados Unidos, y los saudíes son recompensados generosamente por sus esfuerzos.

El general Dwight D. Eisenhower, jefe de los detractores, dijo: “Estaba en contra (del uso de la bomba atómica) por dos motivos. Primero, los japoneses estaban listos para rendirse y no era necesario golpearlos con esa cosa horrible”.