Guerra y política exterior

El entusiasmo de los Estados Unidos por las sanciones significa que Europa está aprendiendo el precio de hacer negocios con los Estados Unidos y con el dólar. Ahora están desarrollando nuevas formas de trabajar en torno al sistema financiero dominado por los Estados Unidos.

No hay evidencia de que Trump tenga más gatillo que cualquier otro presidente, pero el poder de lanzamiento nuclear sin control de la presidencia seguirá siendo un problema tanto ahora como con los futuros presidentes.

La respuesta del parlamento iraquí al reciente ataque aéreo estadounidense, expulsando todas las tropas estadounidenses de Iraq, sugiere que una escalada del actual conflicto entre EEUU e Irán no sería tan simple como a las facciones pro-guerra del régimen estadounidense les gustaría que fuera.

«Reconocer que el gobierno de Bagdad es un enemigo de Estados Unidos es reconocer que no sólo la guerra de Irak fue un error, sino que su resultado fue una bendición para Irán».

Nunca olvide la tregua de Navidad de la Primera Guerra Mundial, cuando las tropas se negaron a ser peones del imperio por un día bendito.

La postura de John Maynard Keynes sobre las reparaciones alemanas tras la Primera Guerra Mundial puede haber precipitado el ascenso de Hitler.

A pesar de su supuestamente tensa relación con el régimen saudí, la administración Obama, por ejemplo, todavía logró ofrecer a la realeza de ese reino un récord de 136.000 millones de dólares en armas estadounidenses entre 2009 y 2017.

Los escolares aprenden que hay tres ramas del gobierno. En la práctica, existe una cuarta rama, la burocracia permanente que incluye legiones de agentes civiles y militares, oficiales y administradores comprometidos a proteger sus propios intereses.

Incluso The New York Times ahora admite que hay un estado profundo, y que cumple su propia agenda mientras ignora al gobierno civil electo.

En el siglo XIX, el punto de vista común de los soldados era que «eran vagos en el paro público» y la gente con «una vida tan perezosa» que «ciertamente no valía la pena llorar por su país».