Dinero y Banca

Los estadounidenses se han beneficiado enormemente de tener y comerciar con la moneda de reserva del mundo, aunque la mayoría de la gente no ha pensado en ello. Nadie recuerda cuando la libra esterlina ostentaba esta distinción hace cien años.

El patrón oro tiene una tremenda virtud: la cantidad de dinero bajo el patrón oro es independiente de las políticas de los gobiernos y partidos políticos. Es una forma de protección contra los gobiernos derrochadores.

El contribuyente está respaldando más riesgo de crédito que nunca. El Post informó que casi el 30 por ciento de los préstamos garantizados por Fannie Mae fueron a prestatarios cuyo pago de la casa superaba la mitad de sus ingresos mensuales, en comparación con el 14 por ciento en 2016.

La tarea que nos ocupa es el estudio de los problemas de la determinación de los precios y los tipos de interés. Esta tarea requiere una aguda distinción entre los certificados de dinero y los medios fiduciarios.

Nos dicen que más gasto del gobierno hará que la economía vuelva a la normalidad. Pero el aumento del gasto del gobierno debilita el proceso de creación de riqueza.

Sólo hay una manera de fortalecer la recuperación: Reducir los desequilibrios estructurales recuperando la cordura presupuestaria y aplicando medidas serias para atraer capital. Volver a caer en el optimismo propagandístico sería un error.

Gracias a la política, el sesgo de confirmación y la mala economía monetaria, los bancos centrales tienen un pésimo historial en cuanto a previsiones económicas.

La década de 1920 se caracterizó por la distensión política, la liquidación de deudas por la inflación previa de los precios al consumidor, un estancamiento introductorio de la inflación monetaria, un milagro económico alemán y una amplia revolución tecnológica. La década de 2020 no tiene nada de esto.

La peor excusa de todas es que «no hay inflación». Es como conducir un coche a 300 millas por hora en la autopista, mirar por el espejo retrovisor y decir, «no nos hemos matado todavía, acelera».

El economista francés Jacques Rueff fue el principal oponente en el siglo XX del patrón de intercambio de oro. Describió bien cómo el Bretton Woods permitió al gobierno de EEUU participar en el gasto deficitario aparentemente interminable.