Las actuales tensiones internacionales han intensificado un debate que existe desde hace al menos una década entre dos visiones radicalmente distintas del mundo y de las relaciones internacionales: el mundo unipolar y el mundo multipolar. Cuando los libertarios discrepan en política exterior, la causa subyacente suele ser esta diferencia de visión del mundo. El propósito de este artículo es demostrar que un mundo unipolar es contrario a los principios del libertarismo y que un mundo multipolar es un paso importante hacia la libertad global.
Unipolar versus multipolar
Un mundo unipolar es un mundo dirigido por un único polo de poder, por ejemplo, el actual orden internacional liberal, basado en normas y centrado en Washington DC. Este orden internacional es un concepto flexible y difuso, distinto del derecho internacional (aunque ambos coincidan en ocasiones). Es el mundo que los Estados Unidos, con sus aliados occidentales, creó en 1945 y que ha intentado ampliar desde la caída de la Unión Soviética en 1991.
La idea subyacente es que los sistemas políticos occidentales, las «democracias liberales», tienen una superioridad moral que justifica su dominio mundial. Es, por definición, un poder de ambición hegemónica. El mundo unipolar es un mundo en el que los Estados-nación carecen de independencia; están dominados —por su propio bien, por supuesto— no sólo por el centro de poder, sino también indirectamente por las instituciones supranacionales que prestan sus lealtades al polo central.
Un mundo multipolar es lo contrario del mundo descrito anteriormente. Es un mundo que respeta mucho más estrictamente el derecho internacional, en particular el expresado en la Carta de las Naciones Unidas. En esta visión de las relaciones internacionales no se aplica ningún juicio de valor a los sistemas políticos. Al contrario, los sistemas políticos se consideran consecuencias de culturas e historias políticas específicas. El mundo multipolar no es universalista. El poder político mundial está dividido y repartido entre una multitud de polos, y los Estados-nación no están sometidos a instituciones supranacionales.
Como muestran estas breves descripciones, las visiones multipolar y unipolar se excluyen mutuamente. Esto explica en gran medida las tensiones que existen actualmente en las relaciones internacionales.
¿Por qué no apoyar el mundo unipolar?
A primera vista, puede parecer extraño que los libertarios prefieran un mundo multipolar. De hecho, el mundo unipolar se centra en Occidente, que a menudo se considera más respetuoso con las libertades civiles que el resto del mundo. Además, los libertarios están ideológicamente comprometidos con un mundo abierto que minimice los obstáculos políticos y legales que dificultan el libre comercio entre empresas e individuos de diferentes esferas políticas.
¿No sería natural que los libertarios prefirieran un sistema unipolar en el que una única entidad política gestionara el mundo, garantizara la paz y debilitara las fronteras políticas entre los Estados-nación? La respuesta a esta pregunta es, rotundamente,«¡No!». El apoyo a un mundo unipolar es un error causado por las raíces universalistas e ilustradas del liberalismo clásico. Nunca existe la garantía de que el polo de poder ganador sea benévolo y pacífico. ¿Y si no lo es? De hecho, el apoyo a un mundo unipolar puede explicarse a menudo por la ignorancia de la verdadera naturaleza del gobierno federal de los Estados Unidos (a pesar de que ha sido expuesta durante muchas décadas por intelectuales y periodistas como John T. Flynn, Robert Higgs, Noam Chomsky, Eduardo Galeano y John Perkins).
Además, el mundo unipolar actual no es ni económica ni políticamente tan libre como se presenta. En Occidente abundan los ejemplos de políticas antiliberales (como la fiscalidad aplastante). Las élites occidentales nunca han estado realmente dispuestas a implantar el libre comercio, por ejemplo, entre Occidente y el mundo en desarrollo, en detrimento de este último. Además, los problemas de legitimidad democrática en Occidente se han vuelto demasiado comunes; a menudo, los dirigentes toman decisiones en contra de la voluntad de la mayoría.
Además, el mundo unipolar se dirige hacia la globalización política, que es innegablemente una forma de fascismo internacional, como ha demostrado el profesor Michael Rectenwald en una brillante serie de artículos. Desde el principio, el mundo unipolar fue injusto e inestable porque favorecía al sistema financiero occidental basado en el dólar de EEUU. Existen diferentes formas de coerción para las naciones que no cooperan. La amenaza del uso militar es obvia, pero el principio de extraterritorialidad de la legislación de EEUU (como la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero) también es una amenaza. Por su propia naturaleza, el mundo unipolar no puede existir sin intervenciones constantes, ilegales y no solicitadas en los asuntos internos de los países que no desean adherirse plenamente a las posiciones políticas del centro del poder. Sólo así puede mantenerse y ampliarse el mundo unipolar.
No intervención y descentralización
El mundo unipolar, por tanto, va directamente en contra del principio de no intervención, fundamental para el libertarismo. El principio de no agresión, y por tanto el intercambio pacífico entre naciones tan importante para los libertarios, está mucho mejor representado y protegido por el derecho internacional.
Los libertarios reconocen fundamentalmente la descentralización del poder político dentro de los Estados-nación. Estos mismos libertarios deberían, en consecuencia, apoyar la descentralización del poder político entre las naciones. Esto equivale, por supuesto, a apoyar un mundo multipolar. Los beneficios de la descentralización han sido demostrados por historiadores libertarios como Ralph Raico y Donald Livingstone; siglos de competencia entre pequeñas entidades políticas europeas fueron clave para el desarrollo económico y la liberalización política de estas sociedades.
El mundo multipolar no es, sin embargo, un desarrollo suficiente desde el punto de vista libertario debido al estatismo que persiste en un mundo así, pero es un paso importante hacia la libertad en comparación con el mundo unipolar. Los libertarios deben, por tanto, apoyar el mundo multipolar y rechazar el unipolar por las razones anteriormente expuestas. Esta posición debe expresarse con fuerza, aunque no sea tan popular en la actualidad, porque el mundo multipolar sigue siendo poco comprendido y mal aceptado por un Occidente acostumbrado a su posición dominante.