Javier Milei entiende el camino a la servidumbre
Javier Milei intenta deshacer el daño creado por casi un siglo de socialismo en Argentina. Mises, Rothbard y Hayek fueron buenos maestros.
Javier Milei intenta deshacer el daño creado por casi un siglo de socialismo en Argentina. Mises, Rothbard y Hayek fueron buenos maestros.
A instancias de un fiscal progresista, esta semana un jurado de Michigan amplió enormemente la ley penal para condenar a los padres de un tirador de escuela que ellos mismos no habían infringido la ley.
En un reciente comunicado, la Reserva Federal declaró que los bancos de EEUU son «sólidos y resistentes», pero muchos mercados, incluido el inmobiliario, dan fe de una situación muy diferente.
La elección de escuela parece tener ventajas, pero como dice Thomas Sowell: «No hay soluciones. Sólo hay contrapartidas». Los entusiastas defensores de la «elección de escuela» olvidan que el dinero del gobierno conlleva el control del gobierno.
Otra auditoría del Pentágono, otro fracaso masivo. Pero los problemas del Pentágono no son de simple contabilidad. Reflejan la realidad de un imperio canalla que no rinde cuentas y que trata de apuntalar el imperio de EEUU.
Aunque la escuela histórica alemana puede que no tenga la influencia intelectual que tuvo antaño, sus doctrinas causaron suficiente daño como para alterar la dirección de la historia mundial. Y no en el buen sentido.
Mientras que los defensores de la «decolonización» afirman que los derechos de propiedad son una forma de «imperialismo eurocéntrico», también exigen los resultados de la prosperidad económica que siguen una ética de los derechos de propiedad. Los «decolonizadores» no pueden tenerlo todo.
Habrá vida después de Trump de una manera u otra, pero a la larga, parece que siempre gana el partido gobernante.
Mientras los pagadores de impuestos de EEUU pagan miles de millones por misiones militares en todo el mundo en nombre de «mantenernos seguros», el gobierno federal no consigue mantener a salvo de la delincuencia violenta a los residentes de la capital del país.
Seguridad Social está abocada a una reducción de las prestaciones, y ninguna retórica política, ni siquiera el aumento de los impuestos, resolverá el problema. Los números no mienten.