¿Son los mercados libres más peligrosos que los mercados regulados?
¿Es la regulación una elección entre seguridad o «romper algunos huevos» a través del libre mercado? La lógica de permitir mercados libres y sin trabas es convincente.
¿Es la regulación una elección entre seguridad o «romper algunos huevos» a través del libre mercado? La lógica de permitir mercados libres y sin trabas es convincente.
En su reseña de The Failure of American Conservatism, de Claes G. Ryn, David Gordon señala que la metodología económica austriaca no es un experimento jacobino cargado de valores, sino una explicación factible de cómo funciona una economía próspera.
La isla nación de Jamaica tiene hermosas playas pero un problema de pobreza. Jamaica necesita capital y mercados libres, no más control estatal de la economía.
Mientras el Portal de Transferencias de la NCAA y los programas NIL cambian el panorama de los deportes universitarios, los críticos afirman que «arruinará» el atletismo. Lo más probable es que haga que los deportes sean aún más competitivos y dinamice las bases de aficionados.
Durante la mayor parte del siglo pasado, Argentina fue testigo de la destrucción causada por el colectivismo. Para revertir el daño, la nación debe permitir la descentralización, empezando por las ciudades libres.
Todos hemos vivido alguna vez el cierre de una carretera gubernamental y las pesadillas de tráfico y seguridad que genera. Las carreteras privadas pueden ser la solución al problema.
Algunos críticos del mercado afirman que los mercados sólo son eficaces en condiciones casi imposibles de competencia perfecta, entre otras críticas. Deirdre McCloskey aborda estas cuestiones y otras más, como señala David Gordon en esta reseña.
Los progresistas afirman que los sistemas sanitarios estatales son superiores a los de mercado. Sus argumentos no cuadran.
África, aunque rica en recursos naturales, está lastrada por la corrupción gubernamental, las políticas socialistas y la falta de libertad económica. Sólo cabe esperar un cambio.
Los progresistas creen que la intervención del gobierno en la economía es necesaria para promover tanto la eficiencia como la equidad. En realidad, la intervención no logra ni lo uno ni lo otro.