El problema con el transporte público
Gran parte del transporte propiedad del gobierno destruye riqueza en lugar de incrementarla. La culpa la tiene la falta de un sistema sólido de cálculo económico
Gran parte del transporte propiedad del gobierno destruye riqueza en lugar de incrementarla. La culpa la tiene la falta de un sistema sólido de cálculo económico
La gente emigra por muchas razones, como trasladarse a una economía mejor o escapar de la persecución política. Pero una cosa es segura: la gente va a votar con los pies.
La acción más sencilla de la economía —el intercambio voluntario mutuamente beneficioso— es también la más profunda. Las personas se sirven mutuamente al tiempo que mejoran su propia suerte en la vida.
Algunos afirman que la IA puede hacer viable el socialismo, pero ni siquiera la IA puede sustituir al cálculo económico empresarial.
La Alemania de posguerra estaba ocupada, en ruinas, con una economía sumida en el caos. Los alemanes se vieron obligados a utilizar como moneda los cigarrillos suministrados por los soldados americanos.
Los teóricos «distributistas» Chesterton y Belloc imaginaron que el intervencionismo económico podría hacer la vida más fácil y más libre. Sin embargo, el sistema que proponen no es ni moral ni práctico.
Algunos conservadores están molestos porque la nueva cerveza más vendida es propiedad de la misma compañía que la atribulada Bud Lite. En realidad, no deberían tener ningún problema.
Mientras haya escasez, habrá codicia. Menos mal que los mercados libres permiten a los codiciosos servir a los demás.
Los izquierdistas afirman que las naciones en desarrollo son pobres porque las naciones occidentales practicaron en su día el colonialismo. La verdad es que los imperios no fomentan el crecimiento económico.
Con demasiada frecuencia, cuando vemos una nueva tecnología que no entendemos, nuestra inclinación natural es condenarla. La inteligencia artificial no es una excepción.