Salud

Para Francisco, el bien común dicta que confinemos el mundo, poniendo en peligro el futuro de los jóvenes, el sustento de la clase obrera y condenando a innumerables niños a una vida de angustia mental.

¿Por qué tanta gente tiene miedo de las vacunas de la grandes farmacéuticas? Puede ser porque estas compañías han dado al público muchas razones para ser escépticos con ellas y sus productos.

En el muy promocionado estudio de Pfizer, hubo más hospitalizaciones en el grupo de control que en el de la vacuna, pero las cifras fueron demasiado pequeñas para ser estadísticamente significativas.

Los planificadores gubernamentales han adoptado una visión materialista de los seres humanos que abarata la importancia de la familia y los eventos sociales. Estos «expertos» no entienden lo que realmente significa ser humano.

Si se produjera una reducción de la mortalidad por estas vacunas, esa información estaría en el primer párrafo del anuncio. Pero no está ahí, lo que sugiere que las vacunas no son tan efectivas como se afirma.

Los investigadores han sugerido durante años que la «prevalencia de patógenos» puede utilizarse para predecir la aceptación del despotismo por parte del público.

La mayoría de los regímenes a favor de los cierres estrictos en Europa occidental tienen ahora algunas de las tasas de mortalidad más altas del mundo. Y ahora la Europa oriental proconfinamiento es dirigida en la misma dirección.

En un escenario clásico de «contrabandistas y bautistas», parece que las empresas farmacéuticas están pidiendo una mayor regulación del kratom, que se considera un competidor potencial de los medicamentos patentados.

Aunque las recomendaciones de la declaración de Great Barrington serían una mejora con respecto al statu quo, la declaración otorga demasiado poder al Estado para actuar en pos de un supuesto «bien común».

Como los políticos no tienen responsabilidad por los daños económicos que infligen, no tienen ningún incentivo para minimizar las perturbaciones que decretan.