La Teoría Monetaria Moderna (TMM) nos aseguraba que imprimir dinero no crearía un problema de inflación. Curiosamente, parece que ya no oímos mucho a los de la TMM.
A medida que la «descarbonización de la agricultura» se convierte en la consigna, las poderosas empresas agrícolas multinacionales han abrazado la agenda 2030 de las NU. Sus acciones provocarán un hambre generalizada.
Ante el temor de que los robots y la inteligencia artificial se apoderen de líneas enteras de trabajo, es hora de examinar la verdadera relación entre el capital y el resto de nosotros.
Aunque la autonomía personal es un tema de conversación importante, para Rothbard lo más importante es la libertad, y la libertad y la autonomía no son siempre lo mismo.
Los progresistas se apresuran a culpar de la escalada de los costes sanitarios a los mercados libres, pero son las normas y políticas gubernamentales las responsables.
Los economistas de la corriente dominante afirman que los datos por sí solos pueden explicar las acciones económicas. Los austriacos saben que sin teoría, los datos no explican nada.
Los datos sobre el empleo son peores de lo que sugieren los últimos titulares, y los trabajadores se enfrentan a la caída de los salarios reales, la disminución de los ahorros y el aumento de la deuda. Podemos dar las gracias a la Fed.
El régimen soviético amplió incesantemente la oferta monetaria. Para evitar la inflación, el régimen creó entonces escasez mediante controles de precios y estancamiento económico.
Entre las contribuciones de Mises se encuentra su doctrina de la soberanía del consumidor en un mercado libre.
La Corte Suprema de EEUU ha escuchado argumentos a favor y en contra de la discriminación positiva en las admisiones a la educación superior. El gobierno tiene que salirse por completo del negocio de la discriminación racial.
