En su libro de 2011 Sobre Rusia, el ex secretario de Estado americano Henry Kissinger utilizó el antiguo juego chino del Weiqi, o Go, como también se le conoce comúnmente, como una metáfora ampliada para conceptualizar y explicar las decisiones del régimen chino tanto en política exterior como interior. El Go, un juego de dominación estratégica similar al ajedrez, se gana construyendo y manteniendo posiciones clave en el tablero, más que con una estrategia de desgaste. Entendido como una de las piedras colocadas en el tablero, el yuan digital se une a la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), a la Asociación económica integral regional (RCEP) y a la militarización del Mar del Sur de China como parte de una estrategia para apretar las posiciones de Estados Unidos tanto a nivel internacional como nacional.
En la lucha por dominar el tablero multidimensional de la geoestrategia, el espacio, el ciberespacio, el aire, la tierra y el mar, el yuan digital plantea un nuevo y singular desafío al régimen americano. Aunque hace tiempo que se especula, e incluso se discute seriamente, con la posibilidad de que el dólar sea sustituido o eventualmente desplazado como moneda de reserva mundial, ha seguido siendo la moneda abrumadora de elección, debido en parte a la inercia institucional, pero también al continuo predominio económico relativo que mantiene Estados Unidos. Como señaló Tim Morrison en Foreign Policy hace poco más de un año, este «privilegio exorbitante» conlleva muchas ventajas para Washington. La principal de ellas es la capacidad de EEUU para financiar de forma barata e inmediata su propio gasto deficitario, así como un poder desproporcionado a la hora de imponer sanciones económicas.
Aunque el último estallido del gasto relacionado con el covid-19 en EEUU ha reavivado las conversaciones sobre la desaparición del dólar, más del 80% de todas las transacciones de liquidación internacional siguen realizándose en dólares. En cuanto al modo en que el lanzamiento a gran escala del yuan digital (DC/EP) puede socavar esta posición, proporciona al régimen chino dos ventajas inmediatas. La primera es que, en la era de la ubicuidad de los servicios y dispositivos de telefonía móvil, millones de chinos de zonas rurales tendrán acceso a servicios bancarios que antes no estaban disponibles, lo que aumentará la demanda y la circulación del yuan y mejorará la integración de los chinos de zonas rurales en la economía china en general. En segundo lugar, a diferencia de las criptomonedas como el bitcoin, el yuan digital está controlado por el régimen chino y le permitirá tener una visión clara y en tiempo real de la economía china, lo que facilitará al régimen la gestión y planificación centralizada de sus políticas fiscales y monetarias. En combinación con sus inversiones y su participación en África y Asia Central a través de la BRI, no es difícil imaginar un acceso tan inmediato a la moneda de curso legal china. Esto es clave, ya que ninguna otra moneda digital está aún tan reconocida por ningún Estado, lo que podría disparar la demanda de yuanes digitales en Asia Central y África y aumentar su uso para liquidar transacciones internacionales.
Aunque había reinado sin oposición durante un siglo, la libra esterlina tardó relativamente poco en perder su lugar como moneda de reserva mundial. En la era de la aceleración, la caída del dólar podría ser aún más abrupta y la caída más precipitada. La crisis financiera mundial señaló el fin de un orden económico. La siguiente iteración de ese orden aún está por determinar. Si el dólar llegara a desbancarse, alteraría drásticamente la capacidad de Estados Unidos para mantener sus actuales déficits, que no muestran signos de disminuir, y que son la base del Estado fiscal-militar americano.
Aunque podría decirse que sigue siendo preponderante, el poder económico y geopolítico relativo de Washington sigue disminuyendo en comparación con el de Beijing. Es probable que el yuan digital continúe esta tendencia. La digitalización del dólar, como sugirió Morrison en su artículo de Foreign Policy, es un contra movimiento obvio y necesario —desde la perspectiva del régimen americano— para la llegada del yuan digital.1 Sin embargo, la administración de Trump no hizo nada en ese sentido, y la administración de Biden no ha articulado ninguna visión clara del futuro de la criptodivisa o de un dólar digital en los Estados Unidos, aparte de vagas indicaciones sobre las próximas regulaciones. Ciertamente, no hay nada tan arrollador como la digitalización del dólar. Por ahora, esto limita la capacidad de Washington para competir con Beijing en cuanto a aprovechar los beneficios de una moneda digital aprobada por el régimen.
- 1Aparte de la amenaza que esta situación supone para la posición del dólar a nivel internacional, el lanzamiento del yuan digital por parte de Beijing también pone en duda el futuro del bitcoin y de otras criptodivisas existentes. La mayor parte de la minería del bitcoin se realiza en China. Dado que las principales criptomonedas existentes, opacas a la vigilancia externa e incapaces de ser controladas por el régimen chino, compiten ahora directamente con el yuan digital, existe la amenaza de que China siga bruscamente a la India al considerar la prohibición de todas las demás criptomonedas. Después de todo, ya lo hizo en el pasado y ha insinuado que podría volver a hacerlo. Dado que las empresas y los inversores institucionales de Estados Unidos y Europa han comenzado el año pasado a tomar importantes participaciones en algunas de estas criptodivisas, como el bitcoin y el éter, una repentina conmoción provocada por la prohibición de estas divisas por parte de Beijing en China podría desencadenar una volatilidad y un riesgo desconocidos para los mercados financieros americanos y mundiales, ya que estas instituciones sufrirían una hemorragia de miles de millones.