Qué pasó con el caos del Black Friday —y cómo lo resolvió el mercado
No hace mucho, el Black Friday personificaba el frenesí consumista.
No hace mucho, el Black Friday personificaba el frenesí consumista.
Murray Rothbard escribió que el igualitarismo es una «revuelta contra la naturaleza». Los progresistas afirman que la desigualdad perjudica a la sociedad y es moralmente inaceptable, pero en realidad es necesaria para la división del trabajo, que permite la cooperación social.
Como señaló Joseph Schumpeter, los mercados necesitan «destrucción creativa» para sobrevivir y avanzar. Sin embargo, la Ley del Mercado Digital (DMA) europea —aunque está redactada para proteger ostensiblemente la competencia— otorga a la economía digital una destrucción no creativa.
El totalitarismo no es compatible con un sistema económico funcional basado en el libre intercambio y la propiedad privada. Tales regímenes dependen del historicismo y del relativismo lógico.
El capitalismo se caracteriza por la propiedad privada del capital, derivada de los principios de ocupación originaria de Locke, y no de la coerción y fuerza del Estado.
Pregunte a la mayoría de la gente por qué nuestra economía es avanzada, y probablemente responderán: «Tecnología». Sin embargo, los conocimientos técnicos no tienen sentido sin el desarrollo del capital, y el desarrollo del capital es imposible sin el ahorro real.
Muchos defensores del libre mercado han intentado desechar el nombre de «capitalismo» como descriptor del sistema de mercado. Deberían tener cuidado antes de hacerlo.
Los enemigos anti-mercado atacan al consumidor.
Mientras el mundo bulle con la inteligencia artificial (IA), las tecnologías actuales están más limitadas de lo que la mayoría quiere creer. La situación es propicia para las malas inversiones.
Los regímenes socialistas suelen seguir el mismo manual: prometen mucho, cumplen poco y, al final, culpan al capitalismo. Venezuela es la última entidad socialista que ha entrado en el Salón de la Fama de los Estados Fallidos.