El socialismo no se trata de crear economías. Se trata de acumular poder político
La mayoría de los socialistas no están mal informados sobre cómo tener una economía próspera, pues ese no es su objetivo.
La mayoría de los socialistas no están mal informados sobre cómo tener una economía próspera, pues ese no es su objetivo.
Si hemos aprendido algo de cientos de años de opresión y atrocidades gubernamentales, una cosa es cierta: el gobierno no es nuestro amigo.
El progresismo es colectivista, antiindividual y, en última instancia, destruye la propia civilización. La economía austriaca se opone a esta fuerza.
La ampliación prevista del subterráneo de Nueva York promete ser el último fiasco financiero en el desbarajuste que supone el metro de la ciudad, descapitalizado y mal mantenido.
El pensamiento económico neocalvinista afirma que los precios y la propiedad privada causan escasez. Sin embargo, no proporcionan ninguna metodología para sus afirmaciones.
«Woke» no es «luchar contra el racismo», se exprese como se exprese. Se trata de socavar una sociedad y su economía, declarando ilegítimas nuestras instituciones sociales y económicas.
En 1991, los líderes políticos de India se alejaron del socialismo, abrazando los mercados y mejorando la economía. Pero las élites indias siguen impulsando el socialismo en detrimento del pueblo.
Los políticos anticapitalistas afirman que la intervención puede «nivelar el campo de juego», pero cuando miramos de cerca, nos damos cuenta de que el propio gobierno crea los desequilibrios.
Tanto si las élites políticas promueven el socialismo a ultranza como el intervencionismo, gracias a la realidad del cálculo económico, abogan por una economía fallida.
William Röpke, que huyó de la Alemania nazi en los 1930, ha realizado importantes aportaciones al análisis económico austriaco. No es sorprendente que rechazara el colectivismo como forma de organizar una economía.