¿Crean los «shocks tecnológicos» los ciclos de auge-caída?
El Premio Nobel de Economía 2004 fue concedido a dos economistas por su afirmación de que los «shocks tecnológicos» causan ciclos de auge-caída. Están equivocados.
El Premio Nobel de Economía 2004 fue concedido a dos economistas por su afirmación de que los «shocks tecnológicos» causan ciclos de auge-caída. Están equivocados.
Los americanos creen que la hiperinflación no puede ocurrir aquí. Sin embargo, el gasto público y la creación de dinero están fuera de control, y no hará falta mucho para desencadenar una subida masiva de precios.
Tras seguir políticas hiperkeynesianas durante más de dos décadas, la Fed está a punto de crear las condiciones que los keynesianos afirmaban que eran imposibles: una recesión inflacionista.
El trío de ganadores del Nobel de Economía de este año tiene poco de economía real y mucho de intervención gubernamental.
El ex presidente de la Fed, Ben Bernanke, y otros dos economistas han recibido el Nobel de economía este año. Sus trabajos sobre la banca son débiles en cuanto a la causalidad y no reconocen los daños causados por el banco central.
La Fed afirma que una inflación del 2% promueve la «estabilidad de los precios». Sin embargo, esa política también provoca el ciclo de auge y caída, que es cualquier cosa menos estable.
La recuperación sólo es auténtica cuando llega a las masas de individuos. Y la recuperación sólo llega a través de las acciones de los individuos que actúan en un mercado libre.
Los conservadores no han entendido que la culpa de la crisis de los préstamos estudiantiles no la tienen los estudiantes en particular, sino todo el sistema económico-político burocrático.
Los poskeynesianos creen que el capitalismo es internamente inestable, lo que hace necesaria la intervención del banco central. Los austriacos ven esto como un razonamiento retrógrado, ya que las políticas de los bancos centrales para crear crédito de la nada son el problema.
La Fed está aumentando lentamente los tipos de interés con la esperanza de que la economía experimente un «aterrizaje suave». Sin embargo, no hay forma de suavizar los golpes que están a punto de caer sobre la economía.